E n lo que llevamos del siglo XXI, la economía mundial se volvió más volátil. Los eventos tienden a ser más abruptos y dramáticos que antes. Al menos, así parece.
Apenas empezando el siglo, sobrevino la crisis denominada de las puntocoms. Luego, la gran depresión del 2008-09. Hace poco, nos cayó la gran pandemia, que se trajo abajo la actividad económica, a casi cero en prácticamente todo el mundo. Y ahora podríamos estar a las puertas de otra crisis, de magnitud aún desconocida, desencadenada por la posible quiebra de varios bancos a escala mundial.
El primero fue el Silicon Valley Bank (SVB), seguido de otros regionales de Estados Unidos, para terminar salpicando al Credit Suisse, un banco suizo de larguísima tradición.
Es temprano para emitir conclusiones sobre las causas del colapso de estos bancos. En el caso del SVB, ya se señalan varios posibles culpables: la administración del banco, por mal manejo y esconder información relevante; el sistema de supervisión bancaria, por laxo y no ser capaz de revelar los verdaderos riesgos que enfrentaba el banco; el manejo de la política monetaria de la Fed, que, al subir fuertemente su tasa de política monetaria, ocasionó una fuerte caída en el valor de los bonos fiscales, de los cuales el SVB tenía una buena cantidad en su portafolio de inversión.
Las tres razones están relacionadas. La exposición al riesgo aumenta ante un cambio abrupto de política monetaria, el cual no fue adecuadamente administrado, ni revelado por el banco, ni tampoco detectado a tiempo por el sistema de supervisión.
De estos eventos se debe aprender para mejorar la supervisión de los sistemas financieros y, con ello, reducir el impacto en los depositantes. Pero también deberíamos evaluar el papel que pueden estar desempeñando los bancos centrales en aumentar la volatilidad en las economías y los consecuentes riesgos que debemos enfrentar.
Los cambios abruptos en tasas de interés, al alza y a la baja, parecen ser más frecuentes ahora. Esto podría obedecer a que se quiere que los bancos centrales sean una especie de superhéroe, con poderes extraordinarios para salvar la economía de todos sus males: reactivarla, combatir la inflación, crear más empleos, resguardar la estabilidad del sistema financiero, dirigir el tipo de cambio y corregir los abusos fiscales. El que mucho abarca, poco aprieta.
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Las opiniones expresadas en esta publicación son del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de la Academia de Centroamérica, su Junta Directiva, ni sus asociados.
Publicación original en La Nación (17/03/2023)Complete the following form and join Central America Academy for information and regular updates.
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