S on muchas las dudas que empañan las perspectivas sobre la economía mundial. La estadounidense cayó en estanflación. La Fed aprobó una fuerte política contra la inflación —confirmado por Powell en su discurso de ayer—, aunque esto signifique que le da un último empujón hacia la recesión y, por ende, mayor desempleo.
Europa, por su parte, sufre el impacto de la guerra de Ucrania y las sanciones contra Rusia. La inflación se disparó y el euro se depreció fuertemente. Pero su principal preocupación es el abastecimiento de gas para calentar los hogares durante el invierno y operar las plantas industriales y los comercios. Cuanto más se alargue la guerra, peores serán las consecuencias económicas y sociales para Europa.
El precio de los combustibles dejó de subir. Se explica por la menor demanda, la época de verano en el hemisferio norte y el confinamiento de la población en China debido a la covid-19. Pero en el momento en que esos factores den vuelta, el precio de los combustibles, muy probablemente, volverá a subir.
Con respecto a los cereales, base de la alimentación mundial, preocupa que los grandes países productores atraviesen momentos turbulentos. Rusia y Ucrania en guerra. Brasil en la disyuntiva de elegir entre Bolsonaro y Lula. Argentina en otra de sus típicas crisis económicas. Estados Unidos y China, más estables, pero afectados por los problemas de logística que limitan el movimiento de mercancías a escala mundial.
Y todo esto en un ambiente geopolítico global cambiante, con una amenaza constante de nuevas variantes de la covid-19 y otras epidemias, y cambios tecnológicos y demográficos que están transformando aceleradamente las formas de trabajar y consumir.
Ante tanta incertidumbre, ¿qué puede hacer un país tan pequeño como Costa Rica?
De entrada, asimilar que los cambios que vienen tendrán consecuencias a largo plazo. Por eso, no hay que hacer loco, como si pronto fuéramos a volver a la “normalidad”. Más bien, es fundamental preparar al país para enfrentar los cambios, por un período relativamente extenso, de la mejor manera posible.
Las reformas estructurales deben acompañarse de la austeridad —entendida como la práctica de gastar con inteligencia, sin desperdiciar recursos—. Esto debe aplicarse en todo nivel, tanto en lo público como en lo privado.
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Las opiniones expresadas en esta publicación son del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de la Academia de Centroamérica, su Junta Directiva, ni sus asociados.
Publicación original en La Nación (26/08/2022)Complete the following form and join Central America Academy for information and regular updates.
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