A l cambiar de año, guardo el retrovisor y apunto el telescopio al 2023. No pretendo formular pronósticos, sino presunciones, atando puntos y vinculando hechos, para explorar algunas tendencias globales. Aquí voy:
La invasión rusa a Ucrania detonó, al menos, tres. La primera, mayor unidad estratégica europeo-estadounidense, mediante la OTAN; gran riesgo: diferencias comerciales por subsidios proteccionistas de Washington, que irritan a Europa. La segunda es el paulatino —y muy cuidadoso— alejamiento de cinco países centroasiáticos de la órbita moscovita: Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán y Turkmenistán, todos ricos en recursos, pero pobres en libertad. Irá aparejado de creciente acercamiento a China. Y la tercera, mayor ímpetu de la transición energética, impulsada por los altos precios y erráticos suministros de hidrocarburos, presiones sociales y el desarrollo del hidrógeno “verde”.
La suma de agresión rusa, ambiciones chinas, suspicacias europeas y acciones estadounidenses exacerbará la competencia entre polos geopolíticos: uno autoritario-orientalista; el otro, democrático-occidental. En este contexto, la influencia de la India y de las llamadas potencias medias —por ejemplo, Turquía, Indonesia, Sudáfrica, Arabia Saudita y, quizá, Brasil— aumentará.
En parte por ello, pero también por el descalabro en las cadenas de suministros que trajo la pandemia y las presiones por políticas socioeconómicas más soberanas, la globalización, en su festiva versión “el mundo es plano”, seguirá mutando hacia la dispersión geoeconómica. Quizá mal para el mundo, pero bueno para quienes, como nosotros, estamos cerca y somos aliados de Estados Unidos.
Los autócratas e “iluminados” seguirán a la baja. Vladímir Putin ha fracasado en Ucrania. Xi Jinping es culpable de un colapso sanitario en China. Elon Musk mostró sus pies de barro en Twitter y Tesla y el supuesto genio Samuel Bankman-Fried, que captó millones con la promesa de multiplicarlos mediante algoritmos, enfrenta cargos de defraudación. En cambio, Lionel Messi (una especie de anti-Maradona) y Lionel Scaloni demostraron que el liderazgo discreto y el trabajo de equipo rinden frutos.
Pero el mayor ejemplo de líder democrático, incluyente y eficaz es Volodímir Zelenski, héroe y, para mí, el personaje del 2022. Feliz 2023.
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Publicación original en La Nación (29/12/2022)