E sta semana se comenzaron a negociar en las bolsas de derivados de Chicago futuros sobre Bitcoin, la criptomoneda que al día de hoy es la de mayor circulación.
Esta acción -en teoría- permitiría atemperar la volatilidad en su precio, al darle la opción a los agentes que consideran que su valor va a disminuir en los próximos mese tomar posiciones que reflejen esa expectativa.
Tal parece que pocos o ninguno tienen esa visión, pues el valor de un Bitcoin, que al inicio de semana era de 12.000 dólares, llegó a los 18.000 para estabilizarse en un nivel cercano a los 14.000.
A inicios de este año, un Bitcoin valía unos 1,000 dólares.
Ante este comportamiento -cada vez con mayor frecuencia- me veo en la posición de tratar de explicar a algún amigo, pariente o conocido qué son las criptomonedas y por qué no es una buena idea hipotecar la casa para invertir en ese “magnífico” negocio.
En primer lugar, el bitcoin no es una moneda. Para que un bien cumpla la función del dinero, debe tener tres características:
i) ser unidad de cuenta
ii) poder ser utilizada como reserva de valor y
iii) poder ser utilizada como medio de intercambio.
De estas tres características, el Bitcoin solo cumple la primera.
Si bien se puede expresar el valor de un bien en bitcoins, este precio tendría poca confiabilidad pues podría variar hasta 50% en un día. Por esta misma razón no es posible utilizarla como medio de preservar valor. Por último, dado que es una moneda virtual, su circulación es muy limitada.
Por otra parte, si bien hay quienes ven en el hecho de que la cantidad de bitcoins es finita y no es controlada por un banco central como algo que garantiza su neutralidad (no puede ser manipulada por quien la emite), la realidad es que esa misma escasez resulta en poca liquidez que favorece la especulación, como ha sido el caso en los últimos meses.
Hace casi 400 años, cuando los mercados de commodities daban sus primeros pasos en Amsterdam, se desató una fiebre por comprar tulipanes azules. Cuando la burbuja en su precio reventó, miles de incautos quedaron en la ruina.
Dicen que nadie aprende en cabeza ajena, pero antes de vender la casa para hacer su fortuna en monedas digitales, es bueno recordar que cuando algo es demasiado bueno para ser cierto, generalmente no lo es o termina siendo un tulipán azul.
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