D esde que los economistas Indermit Gill y Homi Kharas del Banco Mundial plantearon por primera vez la idea de la trampa del ingreso medio como una explicación del por qué los países en vías de desarrollo (como Costa Rica) no logran transitar hacia economías de ingreso alto, mucho se ha discutido en la literatura económica sobre cómo salir de esta trampa.
En esencia, este término describe una situación de bajo crecimiento económico, donde un país de ingreso medio no puede competir internacionalmente en productos estandarizados intensivos en mano de obra, ya que sus salarios son muy altos en términos relativos, ni tampoco puede competir en actividades de alto valor agregado en una escala suficientemente alta, porque su capacidad doméstica de innovación y su productividad son insuficientes para competir con los países más avanzados. Los expertos concuerdan en que para salir de esta trampa los países requieren mejorar en forma significativa sus capacidades domésticas de innovación, así como trabajar en todas aquellas otras áreas que actualmente están frenando el crecimiento de su productividad.
Un reciente estudio sobre Chile y Malasia muestra cómo estos dos países han logrado salir de la trampa del ingreso medio, a través del diseño e implementación de políticas de largo plazo que promueven la construcción de capacidades domésticas de innovación mediante intervenciones verticales (que afectan a todos los sectores) y horizontales (específicas para algún sector) dentro de una economía de mercado. Estos hallazgos evidencian que la trampa del ingreso medio es consecuencia de débiles capacidades de innovación y que requieren de la intervención del Estado -por medio de políticas de desarrollo productivo que atiendan la existencia de fallas de mercado- para superarlas. Para los autores, estas intervenciones conducen a resultados exitosos cuando derivan en el eventual crecimiento de las empresas domésticas (nacionales) que participan en ciertos sectores con bajas barreras de entrada en el mercado internacional.
Tal es el caso en Chile con la producción de vino y salmón, por cuanto ambos productos se han vuelto cada vez más intensivos en tecnología, con una importante actividad de Investigación y Desarrollo (I+D), una mayor participación en los mercados mundiales y altos niveles de cooperación entre empresas e instituciones de investigación. Estas industrias chilenas, en conjunto con las de las frutas frescas y la madera, ofrecen notables ejemplos de cómo las intervenciones del Estado son clave para propiciar su desarrollo inicial, siempre en el contexto de una economía de mercado abierta al comercio internacional. Cabe señalar una importante característica distintiva de estos productos -bienes basados en recursos naturales y conocimiento.
En resumen, las instituciones públicas y las políticas de desarrollo productivo han sido clave en el proceso de acumulación de capacidades domésticas de innovación para el crecimiento de estas nuevas industrias en Chile. Esto se ha materializado en mayor apoyo a la I+D, financiamiento para la capacitación técnica y la acumulación de capital humano, regulación y control de calidad en los mercados de exportación, promoción comercial y difusión de tecnología; según las necesidades de cada sector.
En todo este proceso ha jugado un papel muy importante la atracción de inversión extranjera y las agencias públicas de I+D. En el primer caso, la operación de empresas extranjeras ha favorecido el surgimiento de derrames de productividad y en el segundo, las agencias han contribuido a mejorar las capacidades de las empresas domésticas para desarrollar sus propias tecnologías y enfrentar exitosamente sus desafíos y entornos particulares. Gracias a lo anterior, Chile ha registrado muchas patentes para vacunas de salmón y pruebas biológicas, así como el desarrollo de laboratorios de control de calidad en el cultivo de salmón.
De lo anterior, decidí comparar a Costa Rica con Chile y Malasia, a fin de contrastar su avance en la superación de la trampa de ingreso medio, esta última representada, a manera de umbral, por el 40% del ingreso per cápita de los EE.UU.
Como puede observarse en la gráfica anterior, Chile y Malasia superaron la trampa del ingreso medio hace poco más de una década (2010 y 2012, respectivamente), mientras Costa Rica sigue aún inmersa en dicha trampa. No obstante, cabe destacar que desde el año 2005 el ingreso per cápita de nuestro país converge más rápidamente hacia el de los EE.UU, lo cual se explica principalmente por mejoras en la productividad agregada.
Finalmente, Gustavo Crespi, Javier Beverinotti y yo mostramos en un estudio para el BID la existencia de importantes deficiencias en la política de Ciencia, Tecnología e Innovación de Costa Rica, así como en otras políticas de desarrollo productivo, todas las cuales impiden superar la trampa del ingreso medio. Nuestras recomendaciones coinciden ampliamente con las políticas implementadas por Chile y Malasia ya desde hace varias décadas. La experiencia de ambos países, principalmente el caso chileno, por nuestra similitud cultural, debiera permitirnos comprender que existe un camino posible para superar la trampa del ingreso medio, la cual, sin duda, demanda de voluntad política para tomarlo y llegar a buen puerto.
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Publicación original en CRHoy.com (31/08/2022)