C omo si no bastara con el daño causado por la ruptura del Ejecutivo con Cinde y el traslado de sus funciones a Procomer, otro elemento se añadió a la confusión e incertidumbre que envuelven la atracción de inversión extranjera. Me refiero a la pugna entre la Cancillería y el Comex sobre la rectoría y conducción de las relaciones económicas internacionales.
La evidencia no puede ser más clara: la carta enviada este miércoles por el canciller, Arnoldo André, a su colega Manuel Tovar. En ella le recuerda que, al ejercer la dirección de la política comercial y de atracción de inversiones, “no puede desconocer la rectoría política del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, ni puede excederse a otros asuntos de orden internacional” fuera del ámbito “que le fue delimitado legalmente”. Tal admonición pública es, por decir lo menos, reveladora.
Las tensiones entre ambos Ministerios vienen de lejos. Al crearse el Comex, el legislador le encomendó las diversas funciones del comercio internacional. Sin embargo, mantuvo la rectoría política de la Cancillería en el ámbito general de la política exterior. Cómo interpretar tal competencia y cómo deslindar los ámbitos de ambas carteras, siempre ha sido difícil. De ahí las inevitables diferencias de interpretación entre ellas y la necesidad de constante coordinación entre sus jerarcas, para armonizar criterios y evitar conflictos que perjudiquen las tareas sustantivas.
Lograrlo depende de, por lo menos, cuatro factores: una estrategia gubernamental clara sobre las dimensiones políticas, comerciales y de inversiones de las relaciones internacionales, directrices y modalidades de coordinación fluidas desde la presidencia, voluntad de las partes y arreglos institucionales adecuados para facilitar lo anterior.
La carta de André a Tovar revela serias fallas en los cuatro frentes. No se percibe la estrategia; no hay indicios de coordinación, y si existiera voluntad entre los ministros, las diferencias podrían abordarse con diálogo. A esto se añade que, al eliminar a Cinde como tercero neutral de la ecuación y trasladar la atracción de inversiones a Procomer, el ministro de Comercio Exterior, que preside su directiva, adquirió mayor poder frente al canciller, quien quizá se sienta amenazado. Y lo relevante no es quién “gane”, sino que el país sigue perdiendo.
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Publicación original en La Nación (16/06/2023)