L os humanos queremos muchas cosas. En la vida económica deseamos estabilidad de los precios y crecimiento del ingreso de las personas, y en la vida moderna hay precios que son esenciales para lograr esos fin son como los tipos de cambio (que miden el precio relativo entre monedas) y las tasas de interés (que miden el precio relativo del consumo del presente y futuro). Pero como ocurre en todos los campos, no podemos determinar por fíat el nivel de todos los precios.
Menos con una economía abierta, pues en este caso si fijamos tipo de cambio no podremos determinar la tasa de interés, y si queremos afectar la tasa de interés, serán las condiciones locales e internacionales las que terminarán el tipo de cambio.
Como sabemos, el tipo de cambio no solo responde a las variables del sector de bienes y servicios transados con el exterior (precios relativos, competitividad, cambios en condiciones de producción y consumo), sino también a los movimientos financieros internacionales. Estos movimientos financieros son sensibles a las diferencias de rentabilidad de invertir en colones y en dólares, las cuales dependen de las diversas tasas de interés y de las expectativas de variación en el tipo de cambio.
Estas limitaciones determinan las posibilidades de acción de los bancos centrales en el arte de fijar sus políticas públicas.
En esta segunda década del siglo XXI esas restricciones nos han hecho experimentar diversas condiciones.
En 2012 las altas tasas de interés en colones crecieron hasta agosto, aumentando el premio por invertir en dólares, pues con la política de bandas, el tipo de cambio reptaba sobre el límite inferior y se mantenía fijo. Así era aún más evidente la ganancia de traer dólares, convertirlos en colones y ganar la mejor tasa de interés, inclusive sin riesgo cambiario.
En 2013 el BCCR estuvo disminuyendo la tasa de interés, pero su efecto en el mercado se da con un retardo y la caída en el tipo de cambio esperado por disminución en la inflación era más fuerte, y se mantuvo el premio por invertir en dólares.
En 2014 la caída en las tasas de interés en colones ejercen su efecto y se pierde el premio de invertir en dólares y se da la devaluación del colon de inicios de ese año.
Posteriormente (febrero 2015) se elimina el sistema de bandas cambiarias y se pasa al imperante tipo de cambio de flotación administrada.
Algunos hechos del 2015: a) el BCCR bajó la tasa de interés de política monetaria (TPM) en 300 puntos base (p.b.), pero las tasas tanto pasiva como activa de los intermediarios financieros cayeron menos de la mitad; b) la inflación fue negativa (caída precios internacionales petróleo y materias primas) por lo que su caída fue mayor a 500 p.b. c) el tipo de cambio tuvo pocas oscilaciones y experimentó una ligera apreciación de un 0,8%; d) el resultado hace que el premio por invertir en colones haya aumentado en más de 200 p.b. e) mientras el BCCR pretendió un crecimiento mayor del crédito al sector privado en colones que en dólares (16,3% en colones y 8% en dólares) los resultados se dieron al revés (aumentó 9,2% en colones y 14,1% en dólares); f) los bancos comerciales , especialmente los privados, aumentaron su endeudamiento externo en un 16% (casi $800 millones); g) el gobierno colocó el último tranco de $1000 millones de “eurobonos” de los cuatro aprobados para su financiamiento.
Esos resultados hicieron atractivo al público, en 2015, ahorrar financieramente en colones y ganar intereses más altos, y endeudarse en dólares para tener costos financieros más bajos. Las reservas monetarias netas del BCCR crecen durante ese año, fortaleciendo el sostenimiento del tipo de cambio.
Desde inicios de 2015 el Banco Central redujo nuevamente su tasa de política monetaria para ubicarla en 1,75% a partir del 4 de enero de 2016. La transmisión de estos ajustes hacia el resto de tasas de interés del sistema financiero continuó en el 2016, cuando ya no había un excedente de reservas a las tasas de interés y tipo de cambio vigentes, sino que empieza desde el primer trimestre una disminución de las reservas monetarias netas respecto al año anterior. Esta disminución se acelera en los últimos meses de 2016 y continúa dándose en 2017.
El cambió que se había dado por la baja en la tasa de interés en moneda nacional hizo que los premios por invertir en dólares y por endeudarse en colones cayeran desde mediados de 2016, y se tornó atractivo revertir las tendencias anteriores, y buscar ahora ahorrar en dólares y endeudarse en colones. Así se provoca una mayor devaluación del colón en 2017, que se ve aminorado con los aumentos que ahora ha venido imponiendo el BCCR en las tasas de interés en colones. Esta devaluación ha sido menor por el uso de sus reservas que ha realizado el BCCR, que ha disminuido las mismas en $974,8 millones en el año terminado en junio 2017. Claro han aumentado las reservas en poder de los bancos comerciales durante ese período en unos $ 600 millones por el incentivo a ahorrar en dólares por lo que la perdida de reservas del sistema es de $311,1 millones a mayo pasado.
Todo lo anterior nos demuestra que se ha preferido una combinación de tasas de interés más altas y tipos de cambio más bajos desde 2012 hasta mediados de 2016, y que cuando eso cambió, se ha preferido aumentar de nuevo las tasas de interés y bajar las reservas internacionales. Lo anterior no significa de manera alguna que abogue -como lo hacen algunos grupos- por mantener la relación de poder de compra de nuestro colón con otras monedas que se daba hace 20 años. En ese lapso muchos cambios sustanciales se han dado en los sectores reales y financieros de nuestro país y de nuestros principales socios comerciales, prestamistas e inversores.
Mi punto es que dada una situación histórica, el BCCR puede actuar con un tipo de cambio más bajo y tasas de interés más altas, o con tipo de cambio más elevado y tasas de interés menores. Creo que la combinación de esos macro precios que se ha venido privilegiando (la primera) no es esa la mejor porque se ha venido dando un alto déficit fiscal que obliga al gobierno a aumentar su endeudamiento y experimentamos una economía dual entre el sector moderno de alta productividad exportador y una producción tradicional que soporta las cargas impositivas y as ineficiencias del sector público.
Esta doble circunstancia hace que tasas de interés mayores agraven el resultado fiscal y dificultan la competitividad de la producción tradicional en los mercados internacionales y para competir internamente con las importaciones.
En estas circunstancias vivimos un nivel de desempleo tan elevado como el que sufrimos durante la gran crisis de inicios de los ochenta, pero además el número total de empleos formales en promedio en 2016 es casi igual al de 2015, y ambas son inferiores a los que se dieron en cada uno de los años de 2011 a 2014. Mientras entre 2011 a 2016 los puestos de trabajo crecieron a un promedio anual de 1,59%, los informales y los ocupados por personal no calificado han crecido a un ritmo de 3,43 y 3,94%. (ver detalles en La cruz del desempleo, Disyuntivas, www.rodriguez.cr)
Claro que resolver los problemas de la estructura fiscal y productiva del país no es responsabilidad del BCCR que carece de instrumentos para ello, y claro que es esencial atender las causas que determinan su existencia.
Pero las políticas monetarias deben atender las realidades de la Costa Rica actual. Los problemas estructurales deben ser atendidos por los entes responsables de ellos, pero deben también ser tomados en consideración en el diseño de las mezclas de política del BCCR.
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