S e atribuye al famoso economista británico Keynes la anécdota según la cual un conocido le preguntó por qué él cambiaba de opinión con cierta frecuente. La respuesta de Maynard fue: cuando las circunstancias cambian yo también cambio y a continuación agregó “¿y usted qué hace cuando las circunstancias cambian?” De igual manera. Durante la visita de un alto funcionario del FMI a Costa Rica reposaba placentero a la orilla de la piscina del hotel en el cual se hospedaba cuando inesperadamente sobrevino un fuerte temblor. El funcionario, circunspecto y tranquilo, perdió su compostura. Posteriormente, cuando se le preguntó el por qué simplemente contestó “las circunstancias cambian”.
Debido a la pandemia, en el transcurso de pocas semanas, las circunstancias han cambiado para el país de manera drástica: la caída del PIB, el aumento del desempleo, el cierre de empresas, la crisis de las finanzas públicas, el endeudamiento externo. Todo ello conforma una crisis de magnitud y características hasta ahora desconocidas.
Ante el cambio de circunstancias el banco central ha considerado necesario dar un paso más adelante. Ha enviado en consulta un nuevo programa. Se trata de “La facilidad especial y temporal de financiamiento de mediano plazo a los intermediarios financieros regulados por la Superintendencia General de Entidades Financieras”.
Entre los puntos más sobresalientes del nuevo programa valga mencionar los siguientes: el monto inicial del programa es de ₡700.000 millones para conceder préstamos a los intermediarios financieros por un plazo de hasta 4 años a una tasa de interés preferencial; cada intermediario financiero deberá asumir el riesgo y por tanto, dar al banco central garantías suficientes; los intermediarios financieros se comprometen a usar el crédito del banco central de acuerdo con su propio plan para realizar operaciones de readecuación y de prórroga de créditos existentes, así como para conceder nuevos créditos a personas naturales y jurídicas perjudicados por la pandemia; los intermediarios financieros establecerán las condiciones acerca de los plazos, tasas de interés y cuotas de amortización de sus operaciones.
Ahora bien, ante el cambio de circunstancias hizo bien el banco central en tomar el camino propuesto a la luz de sus objetivos. Los tres principales, basados en la experiencia, están claramente especificados:
1. La estabilidad de precios: el banco central establece una meta de inflación y trata de alcanzarla de manera que la inflación observada concuerde con la meta fijada;
2. El uso efectivo de los factores de la producción: el banco central busca reducir al máximo la diferencia entre el PIB potencial y el PIB observado, es decir reducir la llamada “brecha del producto”; y
3. La estabilidad del sistema financiero: se trata evitar el posible descalabro de intermediarios financieros y el consiguiente contagio al resto del sistema financiero.
En la práctica, el Banco Central debe cumplir a cabalidad dos tareas. De una parte, alcanzar, simultáneamente, los tres objetivos mencionados. Cual un buen malabarista, el banquero central debe mantener tres bolas en el aire sin dejar caer ninguna de ellas. De otra parte, decidir a cuál de los objetivos debe dar prioridad, en cuál de ellos debe poner énfasis, dadas las circunstancias específicas del momento.
Hoy, el terreno está parejo. El banco reconoce el “impacto severo a la producción y el empleo” de la pandemia. Así, su desvelo principal es cómo cumplir el segundo de sus objetivos. ¿Cómo reducir la brecha del producto? En otras palabras ¿cómo ayudar a aumentar el PIB y el empleo? El nuevo programa aclara estas preguntas. Y, a la vez, el banco central responde a quienes lo critican. No faltan, en efecto, quienes le achacan una obsesión por el tema de la estabilidad de precios – la inflación – sin parar mienten en otros temas (objetivos 2 y 3) y a quienes, por el contrario, consideran la estabilidad de precios como su único objetivo válido: caigan rayos y centellas el banco central debe volver la cara y desentenderse de todo lo demás, no inmiscuirse en otros temas, por ejemplo los objetivos 2 y 3. Sobre este tema la realidad se impone: el banco central debe tener una mente abierta, flexible y prudente. La dirección ha sido, acertadamente señalado por el profesor Stanley Fischer, durante algún tiempo segundo de abordo del Fondo Monetario Internacional y muchos años presidente del banco central de Israel, el banquero central nunca debe decir nunca (never say never). En efecto ¡ante un cambio importante de circunstancias aun las rayas rojas pueden desdibujarse y cambiar de posición!
Para concluir, el nuevo programa del banco central puede tener tres consecuencias positivas para el país.
Primera, numerosas empresas y familias recibirán el oxígeno necesario para sobrevivir el periodo de la pandemia y aprovechar el “rebote” de la economía en los años de la post pandemia (2021 – 2022). Esto sobre todo si los bancos contemplan la posibilidad de posponer la amortización de los créditos a los años finales del respectivo arreglo. Como los intermediarios disponen de 4 años para cancelarle al banco central su crédito, ellos podrían también alargar el plazo de amortización a sus clientes. Empresas y familias sin posibilidad de pagar hoy, si podrán hacer frente a sus deudas mañana.
Segunda, la situación de la cartera crediticia en dificultad de los intermediaros financieros puede mejorar. Algunos de sus clientes sin capacidad de pago, en la actualidad, con el nuevo oxígeno, sí podrán recuperarla gracias a las condiciones de un nuevo arreglo. Pero aun en el caso de quienes, a pesar del nuevo arreglo, no puedan cumplir con sus obligaciones, le permitirá a los bancos, en vez de resolver la situación en los próximos seis meses, posponerla 2 o 3 años después, cuando la situación económica del país haya mejorado y la de los bancos también gracias a una mayor capitalización y reservas más elevadas.
Tercera, el nuevo programa ayudará al banco central a cumplir con la meta de inflación del 3% contemplada para los años 2020 y 2021 en el Programa Macroeconómico.
En resumen, los posibles beneficios del programa dependerán, en última instancia, de las decisiones tomadas por los intermediarios financieros.
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Articulo original de crhoy.com