T uve el privilegio de asistir a la IV Cumbre Empresarial de las Américas en Los Angeles, California, hace dos semanas, en el contexto de la IX Cumbre de las Américas. He asistido a las cuatro cumbres empresariales que se han realizado y esta vez la Cumbre estuvo precedida de tanto drama como el de la famosa novela del s. XIX que ha inspirado a directores de cine, de telenovelas y a mí con el título de esta columna. Quiero transmitir desde mi visión subjetiva un poco de lo que se vivió.
Curiosamente el relato del drama no lo redactó el país organizador, lo escribió Andrés Manuel López Obrador, el presidente AMLO, desde México, al dar declaraciones incendiarias contrarias a Estados Unidos, país organizador de la Cumbre, por no haber invitado a Cuba, Nicaragua y Venezuela. La justificación de los EE.UU. es que estos países no cumplen con los principios a los que se comprometieron los países en la declaración fundacional de las Cumbres de las Américas. Quedaron excluidos por sus problemas con el sistema democrático y con los derechos humanos. Muchos otros países, incluidos los tres excluidos, se quejaron, pero AMLO fue el líder de esta protesta y “castigó” a EE.UU. con su ausencia…
Yo estuve en una reunión junto al Canciller Ebrard de México, y él me confirmó que para él era muy difícil la situación, e instaba a los asistentes a no preocuparse porque eso fue un hecho independiente de AMLO. Afuera del Auditorio Microsoft de Los Angeles, hubo algunas protestas de pocas personas quejándose en público y ante los medios contra la decisión de EE.UU. de no invitar a esos tres países. Otros líderes como Alberto Fernández de Argentina aprovecharon su tiempo para expresar la misma queja, pero sí asistieron al evento.
Lo más sorprendente para mí, sabiendo la situación de los países del Triángulo Norte de Centroamérica, es que ninguno de sus tres presidentes asistiera. Yo pensaba en Honduras, con todos los problemas que tiene en cuanto a migrantes que buscan un mejor destino, pasando por problemas de narcotráfico y la ayuda que recibe de EE.UU., y no me calza que su presidenta decidiera no asistir por un tema ideológico. Algo parecido se puede pensar de El Salvador y Guatemala, cada uno con sus particularidades y roces con el país del norte. Lo raro de México es que AMLO no fue, pero México sí participó. Yo interpreto eso como que el país le dijo a su presidente: “oye cuate, no manches, estás equivocado, nosotros sí debemos participar”, y así lo hicieron.
Las calles del centro de la ciudad estaban bloqueadas con vallas de concreto para permitir el paso únicamente de los vehículos oficiales. En el hotel donde nos hospedamos y que era sede de la Cumbre Empresarial, había seguridad como la de los aeropuertos, y todos los oficiales eran del Servicio Secreto. Al salir del hotel las aceras tenían mallas entre la acera y la calle y sólo se podía cruzar la calle en ciertos puntos a través de puertas específicas. Abundaban las camionetas de vidrios oscuros en caravanas de hasta ocho vehículos iguales, pero también pululaban otros vehículos “raros”, uno de los cuales parecía un microbús eléctrico frente a la puerta del hotel con los vidrios oscuros que no se movió durante los días de la Cumbre, y otros que tenían unas “bolas” metálicas negras en el techo, para quién sabe qué. Se veían muchos policías, exceso de seguridad y algo de paranoia. La escena en “downtown L.A.” parecía salida de la última película distópica de Hollywood.
En estas cumbres, los presidentes de los países aprovechan el foro empresarial para hablar con la gente de negocios. En la Cumbre Empresarial el auditorio no supera las 400 personas, mientras que el Teatro Microsoft, sede de la cumbre presidencial, tiene capacidad para 7,000 personas. De manera que los presidentes pueden conversar con los empresarios en un foro más íntimo y con mayor libertad de tiempo. Lo que suelen hacer es destacar las bondades de sus países para atraer a los inversionistas.
De todos los presidentes que escuché el que más me preocupó fue el de Chile. El presidente Boric me dio la impresión de que habla desde su teoría, de que no tiene experiencia práctica con los inversionistas, y no entendí si los estaba convenciendo de invertir o de no invertir en su país. Sobra decir que es una persona muy inteligente pero que, para efectos de atraer la inversión, dadas sus cualidades de oratoria y las de su país, pudo hacer un mucho mejor trabajo. El presidente de Perú leyó su discurso, el cual era un 70% sobre el Covid, y aunque la oratoria no es su virtud, al final quedó claro que Perú quiere atraer a los inversionistas y que el país quiere continuar el rumbo del respeto de la ley y la santidad de los contratos. Al menos eso es lo que transmitió.
Los discursos del presidente Biden y de la vicepresidenta Harris, me parecieron repetitivos de cosas que ellos usualmente dicen, como lo de la economía desde abajo hacia arriba y del medio hacia afuera, y que la noción de la economía del goteo (trickle-down economics) estaba totalmente equivocada. Yo participé en un panel de cómo los pequeños negocios se pueden encadenar con empresas más grandes, e hice referencia a una imagen “utópica” que la vicepresidenta Harris expuso, sobre una mujer productora de café en Honduras, que podría abrir una cuenta bancaria y hacer transacciones con su teléfono, a la cual un banco le prestaba dinero para que su café pudiera ser vendido en EE. UU. Lo que yo dije es que los políticos deberían acercarse más a la gente y al terreno, que esa situación descrita como utópica, sucede todos los días, y que deberíamos apoyar a esta mujer y su asociación de mujeres, a que se junten con las asociaciones de mujeres productoras de países como Costa Rica, Colombia y Perú, y ver cómo le pueden agregar más valor a su café que ya venden alrededor del mundo. Además, insté a los gobiernos a que dejen trabajar a estas mujeres y a todos los empresarios, y que no los molesten, ni los aplasten con burocracias absurdas e impuestos voraces. Esas pequeñas empresarias son muy hábiles, no necesitan que un burócrata les diga qué hacer, necesitan que los gobiernos las dejen trabajar y que amplíen su acceso a capital.
También hablé de algunas de las cosas que hacemos en nuestra empresa, como el programa CLA (Comunidad Latinoamericana de Artesanos), que les permite a los artesanos de los países donde operamos, a unirse, compartir experiencias, buscar mejores prácticas, innovar en diseño, empaque y calidad de sus artesanías, para que sus negocios crezcan tanto en nuestras tiendas como a través de sus otros canales de venta. Es un pequeño ejemplo de pequeños empresarios ligados a una empresa como la nuestra, que les ha permitido mejorar la calidad de vida de sus familias y sus comunidades.
Finalmente destaco el brillante papel de Costa Rica en la Cumbre. El Secretario de Estado Antony Blinken presentó a la Alianza para el Desarrollo y la Democracia (ADD) como la nueva alianza regional que EE.UU. está apoyando. Dijo que era un esfuerzo de pocos países por ahora, pero que si funciona esperarían que otros países se vayan uniendo. Esta alianza está conformada por Panamá, República Dominicana y Costa Rica, países que comparten valores democráticos e ideas de desarrollo. El Presidente Chaves hizo buenas presentaciones, utilizando su frase “no red-tape, only red carpet”, algo así como “no a los trámites, sino alfombra roja” para la inversión. Costa Rica se presentó como un país estable, democrático, respetuoso de la ley, y normal, o sea, como una excepción notable en el contexto actual de Latinoamérica. Costa Rica es un éxito ante el mundo, y genera amistad y admiración entre observadores, inversionistas, visitantes. Cuesta encontrar a alguien que no haya ido a Costa Rica o que no quiera visitar nuestro país. Siento que los ticos necesitamos re-bautizarnos en las aguas del Pura Vida, y dejar de lado la queja, la mediocridad y la burocracia, que aletargan nuestras vidas, nublan nuestra vista y nos impide ver lo valioso que es Costa Rica y realizar su potencial.
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Publicación original en CRHoy.com (22/06/2022)