U no de los desafíos más grandes de la economía costarricense es el desempleo y, más aún, la destrucción de fuentes de trabajo, debida a la covid-19 y que aún no se han recuperado.
Según datos de la Encuesta continua de empleo del INEC, a febrero del 2023, más de 260.000 personas no conseguían trabajo (una tasa de desempleo del 11 %). Además, algunos analistas señalan que no hemos recuperado el nivel de empleo que había antes de la pandemia.
En este artículo no pretendo brindar una solución integral al problema del desempleo, sino brindar algunas ideas de cómo crear más fuentes de trabajo donde la economía está creciendo fuertemente. Me refiero a las exportaciones y a los encadenamientos entre empresas exportadoras (nacionales y extranjeras) con proveedores locales.
Según cifras del Banco Central, entre febrero del 2022 y febrero del presente año, la producción de las zonas francas (exportaciones) creció un 25,3 %, mientras que la del resto del país lo hizo apenas en un 1,7 %, para un crecimiento de la producción nacional del 5,2%. Es decir, son las exportaciones de este régimen las que ayudan más al crecimiento económico.
En un estudio sobre el potencial dinamizador en el ámbito de la exportación costarricense, publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se estimó el número de empleos directos e indirectos generados por las diferentes actividades de exportación a partir de un millón de dólares de incremento en las ventas en el extranjero.
Una actualización de este trabajo en el 2017 permite afirmar que, en el sector primario, las exportaciones agrícolas crean 42 empleos directos y 13 empleos indirectos por cada millón adicional de ventas en el exterior. Los empleos indirectos se deben a los encadenamientos productivos.
En el subsector de la ganadería, silvicultura, pesca y minería, las cifras alcanzan 33 directos y 14 indirectos. En el secundario, los subsectores que más empleo proveen son los de textiles y confección (46 directos y 8 indirectos); madera, muebles y derivados (26 y 11, respectivamente); y alimentos, bebidas y tabaco (12 y 22).
En el sector terciario, los servicios asociados al comercio al por mayor y menor generan 50 empleos directos y 10 indirectos; el turismo, 28 directos y 14 indirectos; mientras, otros servicios, 51 directos y 4 indirectos.
De estos números, queda claro que promover las exportaciones y fomentar los encadenamientos productivos con empresas locales constituyen buenas políticas para incrementar las oportunidades de empleo. De ahí la importancia de abrir nuevos mercados mundiales por medio de más tratados de libre comercio y fomentar al mismo tiempo los encadenamientos productivos.
Sobre el comportamientos de las exportaciones y de los encadenamientos productivos en dos de las principales actividades productivas de las zonas francas de nuestro país —ciencias de la vida (CV) y servicios corporativos de alta tecnología (SCAT)—, según una investigación de la Academia de Centroamérica, el primero reporta más del 44 % de las exportaciones totales de bienes del país, más de 29.800 puestos de trabajo directos y, por encadenamientos, más de 16.000 puestos indirectos.
En este subsector operan unas 70 empresas multinacionales —muchas de ellas son líderes en la fabricación de equipos médicos y en tecnología de punta en el mundo— y 1.202 proveedores locales de capital nacional.
Durante el período 2008-2019, la cantidad de proveedores locales más que se duplicó. Estas empresas suplen el 58 % de las compras que realizan aquí las empresas multinacionales de las CV (el resto lo hacen empresas de capital extranjero). No obstante, el porcentaje de compras locales representa tan solo el 16 % de las compras totales de las empresas multinacionales. Es decir, hay mucho trabajo por hacer para incrementar el valor agregado nacional de las exportaciones de las CV y generar más empleos directos e indirectos.
En el caso de los servicios corporativos de alta tecnología, las ventas al exterior de las multinacionales representan aproximadamente el 60 % de las exportaciones totales de servicios de Costa Rica, estas empresas dan más de 90.000 empleos directos y, gracias a los encadenamientos, más de 30.000 empleos indirectos. Además, las multinacionales adquieren en el país el 33 % del valor de sus compras totales, un porcentaje mucho mayor que el del subsector de las CV (un 16 %).
El valor de las compras locales creció, en promedio, un 16 % durante el período 2008-2019. El 62 % de estas las suplen 1.954 proveedores locales de capital nacional. Aquí también hay oportunidad de continuar creciendo, tanto en exportaciones como en encadenamientos productivos, y, por ende, en empleos directos e indirectos.
Ahora bien, cabe señalar que los resultados anteriores se dan en un entorno que no es el más propicio para promover los encadenamientos productivos, ya que no contamos con un programa de acompañamiento a estas últimas empresas, sino tan solo uno de emparejamiento de necesidades entre empresas multinacionales y locales.
Entonces, imaginen lo que lograríamos si desarrollamos un programa de encadenamientos productivos de clase mundial. Miles de empleos se podrían crear en el país. Deseo recalcar que, a diferencia de la tríada institucional Comex-Cinde-Procomer que apoya las exportaciones y la atracción de inversión extranjera directa, Costa Rica no cuenta con una apropiada institucionalidad para promover el desarrollo de proveedores locales de capital nacional. Una tarea aún pendiente.
Para movernos en la dirección correcta, es indispensable consolidar un marco institucional de apoyo holístico a empresas domésticas que sean o deseen ser proveedoras de las exportadoras.
Este marco institucional (descrito en el estudio citado) debe crear las condiciones para diseñar, ejecutar, monitorear y evaluar las políticas públicas de apoyo a los encadenamientos productivos, acorde con las recomendaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El objetivo sería avanzar desde un programa de desarrollo de proveedores con visión de emparejamiento a uno de acompañamiento integral, el cual permita superar los obstáculos que enfrentan los proveedores, fomentar su modernización productiva y competitividad, y así alinearse con los estándares operativos de clase mundial que demandan las empresas de exportación.
Muchos son los campos de acción donde se requiere trabajar para alcanzar este objetivo (atracción de IED, clima de negocios, clústeres, capital humano, acceso a financiamiento, tecnología, etc). Tres políticas en la dirección correcta serían la creación del Consejo Nacional de Productividad y Competitividad (cuyo proyecto de ley se encuentra en la corriente legislativa), la mejora sustancial del programa de encadenamientos que opera en Procomer y la consolidación institucional del Programa Nacional de Clústeres.
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Las opiniones expresadas en esta publicación son del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de la Academia de Centroamérica, su Junta Directiva, ni sus asociados.
Publicación original en La Nación (24/04/2023)Complete the following form and join Central America Academy for information and regular updates.
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