U na de las preocupaciones más importantes que he percibido en la discusión pública durante los últimos años es que Costa Rica tiene una productividad muy baja. Quisiera dedicar este espacio a analizar esta afirmación, y las implicaciones de los cambios experimentados en los últimos años. Este es un tema apasionante, y ha sido estudiado recientemente por una gran cantidad de colegas, ya que su tendencia en el mediano y largo plazo está directamente asociada con el crecimiento económico.
Su medición no es sencilla, al ser una variable “no observable”, su comportamiento se debe inferir a partir de otras. Me concentraré en una medida particular de las varias que existen, la “productividad laboral”, la cual puede aproximarse como el PIB dividido por las horas trabajadas de un país. Esta no es la medición perfecta, ya que ignora los demás factores de producción (como el capital, la tierra, el capital humano) y cómo interactúan todos esos factores entre sí. Sin embargo, es una medida cuya tendencia se acerca bastante bien a otras métricas (como la productividad total de los factores), y permite realizar comparaciones en un horizonte de tiempo más lejano y con un conjunto más amplio de países. Es posible consultar esta métrica en este sitio https://data.oecd.org/lprdty/gdp-per-hour-worked.htm.
No podemos ignorar el hecho de que tenemos una productividad baja cuando nos comparamos con nuestros pares de la OCDE. En esta métrica de productividad laboral, nuestro país alcanza apenas el 43% del promedio de este conjunto de países. Con respecto a Estados Unidos, esta productividad es todavía menor, un 32%. Esto se refleja de manera más inmediata en las diferencias de ingreso de nuestro país con respecto a esas economías.
Sin embargo, hay una observación que se confirma con cada nuevo dato disponible, y está relacionada con el cambio que hemos experimentado en los últimos años: diversos indicadores de productividad, calculados por investigadores en el país y en organismos multilaterales, muestran que la productividad costarricense ha crecido aceleradamente en las últimas dos décadas.
Para realizar las comparaciones me concentraré en el año 2005, por dos razones. La primera, en este año empieza con mayor fuerza este crecimiento acelerado de la productividad. La segunda, ese año coincide con un incremento en la inversión directa como proporción del PIB que se ha mantenido más o menos constante. La llegada de esta inversión ha permitido incrementos adicionales de productividad, y ha sido parte fundamental de la estrategia de desarrollo en los últimos años.
Desde ese año, la productividad laboral ha crecido para países de la OCDE, en promedio, un 17%, mientras que en la economía costarricense ese incremento ha sido de 67%. Aun cuando nuestra productividad no ha crecido tanto como la de Irlanda, Polonia o Lituania, hemos crecido en productividad significativamente más que países como Estados Unidos, Japón, Canadá y Alemania. Lo anterior se ha traducido en un incremento de la productividad relativa de nuestro país. El 43% de productividad relativa al promedio de OCDE que mencioné previamente y que suena débil, era para el 2005 apenas un 30%.
También es importante destacar un elemento adicional sobre la comparación relativa de nuestro país. En OCDE, hay solamente dos países que tienen una productividad más baja, Colombia y México. En otras palabras, de los cuatros países latinoamericanos miembros de ese organismo internacional, ocupamos la segunda posición, por debajo de Chile.
Hay implicaciones económicas con respecto a un incremento acelerado de la productividad. Dentro de los elementos positivos se puede destacar, especialmente, el incremento del ingreso real de las personas. Otras consecuencias por destacar, y que ya hemos experimentado, son el incremento de precios en la economía y la posible apreciación de la moneda.
Es posible que este incremento acelerado de la productividad continúe en las siguientes décadas y tenga consecuencias sobre el resto de la economía. En particular, de acuerdo con la tendencia de nuestro ingreso y del límite que se establece para ello por el Banco Mundial, es posible que nos convirtamos en el cuarto país latinoamericano de ingreso alto, junto con Chile, Panamá y Uruguay. Este será un gran hito para la economía costarricense, pero el reto más importante de políticas públicas será que esto se traduzca en una menor desigualdad en el país.
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Publicación original en crhoy.com (10/07/2023)