C erramos el 2022 en medio de algunos datos promisorios, otros preocupantes y uno alarmante. En lo promisorio, el déficit mantuvo la tendencia a la baja iniciada en el 2021. El acumulado de octubre fue el menor en 10 años: el 1,9 % del PIB. El gran reto es mantener la tendencia sin deteriorar más los servicios estatales y prestaciones sociales. Las exportaciones siguieron al alza, aunque con moderación y gran disparidad entre sectores. La inflación, muy alta, da muestras de contención: un 8,26 % de variación interanual a noviembre, contra un 8,99 % a octubre y dobles dígitos de junio a setiembre. Presumo que mantendrá la tendencia.
Lo preocupante asoma en lo social, con estancamiento o deterioro. Un 23 % de la población sigue bajo la línea de pobreza. El desempleo no cede del 12 %. La desigualdad, medida por el coeficiente de Gini, ha subido —aunque marginalmente— al 0,52, de las más altas en el hemisferio. Las muertes y hospitalizaciones por covid-19 aumentan desde hace siete semanas. En educación, ni siquiera tenemos información dura.
El dato alarmante es que llegamos a la tasa de homicidios más alta de nuestra historia: 12,6 por 100.000 habitantes. En parte, es consecuencia del deterioro social casi crónico, que lleva a muchos jóvenes a delinquir o, peor, convertirse en piezas del narcotráfico. Este es otro gran impulso, y mucho menos controlable, porque depende de flujos internacionales y lo acentúa la discutible “guerra contra las drogas” de Estados Unidos. Y el tercer gran factor es la falta de una estrategia del gobierno para lidiar con el fenómeno. Lo reconocieron el ministro de Seguridad, Jorge Torres, y el presidente, Rodrigo Chaves, el 14 de diciembre. Según el primero, citado por La Nación, “la estrategia, hoy no hay”. El segundo adujo que los números “empiezan a contar el 1.° de enero del 2023″.
Sin una estrategia integral es imposible actuar de manera realmente eficaz. Por esto, urge recuperar el tiempo perdido y articular las medidas sociales, judiciales y policiales indispensables para afrontar lo que ya es una emergencia. Las ocurrencias no son de recibo; tampoco, concentrarse en una sola dimensión, como las interdicciones; menos, eludir responsabilidades o repartir culpas. Se impone actuar con conocimiento, datos, análisis, coordinación, seriedad y buen liderazgo.
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Las opiniones expresadas en esta publicación son del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de la Academia de Centroamérica, su Junta Directiva, ni sus asociados.
Publicación original en La Nación (05/01/2023)Complete the following form and join Central America Academy for information and regular updates.
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