D urante este 2022 el tipo de cambio ha mostrado gran volatilidad, como pocas veces en los últimos años. Inició el año en ₡642.34/$ y alcanzó un máximo de ₡696.76/$ el 21 de junio; luego empezó a descender y se ubicó en ₡617.91/$ el recién pasado 14 de octubre. Mientras en el primer semestre el colón se depreció 8.5% (₡54.42), en los últimos 4 meses se ha apreciado 11.3% (₡78.85). La depreciación se dio a razón de cerca de 1.5% mensual, pero la apreciación lo hizo al doble (alrededor de 3%). Subió en escalera, pero bajó en ascensor y sin justificación real convincente.
La depreciación acumulada hasta el primer semestre de este año se explica en parte por factores objetivos, como el aumento de los precios de materias primas importadas, las bajas tasas de interés y la gran expansión monetaria seguida en los años previos; también hubo menores ingresos de capital público en los primeros meses. Las materias primas más que se duplicaron en los últimos dos años, incrementando las necesidades de divisas. Las reducidas tasas de interés implicaron un premio negativo por los ahorros en moneda nacional, induciendo una dolarización y salidas de capital.
Estos factores por sí solos implicaron simultáneamente una mayor demanda y una menor oferta de divisas, presionando el mercado cambiario. Conforme la depreciación del colón se aceleraba, también se unieron factores subjetivos relacionados con cambios en las expectativas y el deseo de protegerse, lo que algunos denominan especulación, exacerbando los impactos en el tipo de cambio. Cuando los agentes económicos pierden confianza y vaticinan desenlaces catastróficos, reaccionan en manada y profundizan estos procesos (Profecía Autocumplida/Efecto Pigmalión).
En el primer semestre las reservas monetarias totales cayeron $720 millones y las propias del Banco Central (BCCR) en $926 millones. Ante esta situación y la mayor inflación, el BCCR aceleró la reversión de la política monetaria. La tasa de política monetaria pasó 0.75% en diciembre, 2021, a 4% en abril, 2022 y a 8.50% el 15 de setiembre, 2022, elevándose 10 veces (7.75%) en nueve meses. Los encajes mínimos legales sobre los depósitos en moneda nacional se incrementaron de 12% a 15%, con lo cual se absorbió alrededor de ₡400 mil millones. Mayor rendimiento y menor cantidad de colones, reduce la demanda de dólares e incrementa la de colones; como consecuencia disminuye la presión cambiaria.
En los últimos meses también el gobierno dispuso de desembolsos externos y el BCCR obtuvo $1,100 millones de financiamiento por parte del Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), incrementando temporalmente la disponibilidad de divisas y generando mayor confianza en el control del tipo de cambio. También se han reducido los precios de las materias primas importadas, incluso por debajo de un año atrás, disminuyéndose así las necesidades de divisas para atender las compras externas.
Ciertamente, ha habido cambios en los principales determinantes, juntándose elementos objetivos y subjetivos para provocar menores demandas y mayores ofertas de dólares. El mercado privado de divisas se tornó superavitario y ha excedido las demandas del sector público no financiero. No obstante, es difícil justificar la gran apreciación del colón observada en los últimos meses, al punto de ubicarse en un nivel muy cercano al de inicios del 2021. Las magnitudes de las compras netas no son significativas, ni los cambios en los fundamentales de consideración para apoyar este comportamiento. La posición externa del país no se ha fortalecido; continúa débil y dependiente del financiamiento externo.
Las reservas monetarias totales se incrementaron en $1,380 millones desde fines de junio, pero una vez deducidos el préstamo del FLAR, el endeudamiento interno en dólares (BEM $) y el incremento de los depósitos del gobierno, las reservas propias sólo aumentan en $120 millones; un monto insignificante para provocar esa gran apreciación del tipo de cambio en ese periodo. Incluso el mismo Fondo Monetario Internacional en su último reporte, menciona que el nivel de las reservas internacionales es menor al esperado. Además, el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos/PIB será mucho mayor este año, las condiciones externas continúan preocupantes y la mayoría de monedas en el mundo se ha debilitado frente al dólar.
La estrategia ha consistido en dejar la determinación del tipo de cambio a las fuerzas de la oferta y demanda del mercado privado, el cual usualmente es positivo. Es claro, sin embargo, que MONEX no refleja la totalidad del mercado de divisas, ni reúne los requisitos de profundidad y competencia para una adecuada determinación de este importante precio relativo. Es común observar que negociaciones muy pequeñas provoquen grandes variaciones en el tipo de cambio. MONEX constituye un importante instrumento para captar los cambios de tendencia, pero no debería ser, por sí solo, el principal determinante y mucho menos el único. Por esas razones el régimen cambiario sugerido y adoptado es de FLOTACION ADMINISTRADA y no de libre flotación.
La injustificada apreciación cambiaria abarata las importaciones, beneficia a los deudores en dólares, incluyendo al gobierno, y contribuye temporalmente a reducir la inflación. Sin embargo, si se prolonga, ocasiona efectos negativos en el sector real y, para sostenerla, requerirá de mayor endeudamiento externo. Además, la fortaleza experimentada por el dólar frente a la mayoría de monedas, incrementa la apreciación del tipo de cambio real multilateral. La consecuente menor rentabilidad de las exportaciones de bienes y servicios, sin una mayor productividad, afecta la actividad económica en el mediano plazo, contrayendo actividades de alto valor agregado nacional y reduciendo las oportunidades de empleo de trabajadores menos calificados.
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Publicación original en crhoy.com (24/10/2022)