E l reciente nombramiento de seis miembros de Junta Directiva en el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) da causa para preguntarse cómo queremos nosotros gestionar esta compañía que ocupa un lugar tan especial en la pisque de los costarricenses. Como punto de partida, es importante reconocer que el “Grupo ICE” amalgama cuatro líneas de negocio bajo una sola empresa: generación, transmisión, telecomunicaciones y construcción. Desde su fundación a finales de la década de los años 40, desarrolló una labor clave en la modernización del sector productivo de nuestro país. Sin embargo, quizás fruto de sus glorias pasadas y un modelo tarifario que lo hace que los ticos paguemos la electricidad “ a lo que cueste” y no al costo, se ha vuelto sumamente ineficiente. Proyectos de energía que se desarrollan con un costo que cuadriplica su presupuesto inicial, una planilla de miles de interinos permanentes en busca de proyectos en los cuales ocuparse y una ausencia total de transparencia en la rendición de cuentas son solo algunos de los factores que saltan a la vista pero de los que nadie quiere hablar de forma seria. Y por esto último se debe entender con intenciones reales de cambiar esta triste realidad.
Dado que hablar en abstracto se puede hacerse complicado, un buen ejercicio es comparar el desarrollo del ICE en los últimos veinte años con el de una compañía similar. Esta compañía, la colombiana Interconexión Eléctrica, S.A (ISA), también es una empresa propiedad del Estado, que nació con fines similares al ICE en la década de los 60 y con un tamaño, medido por ventas, también comparable. Sin embargo, ahí terminan las similitudes. El Estado colombiano decide, en 1996, abrir el capital de esta compañía a la participación privada y en el año 2000 llevan la empresa a bolsa con un programa de democratización de su propiedad “ISA Acciones para Todos”. Hoy el Estado es dueño del 61% de una compañía con un valor de mercado de USD 11.000 millones de dólares con presencia en varios países de Suramérica y una utilidad de $200 millones de dólares.
Los miembros de su junta directiva no solo tienen grados académicos de entidades de prestigio (Northwestern, Princeton y MIT), sino que acumulan años de experiencia en compañías de una complejidad y tamaño similares a ISA (British Petroleum, COPA, Grupo Antioqueño), son electos por la Asamblea de Accionistas cada año y deben cumplir con estándares de gobierno corporativo acordes con las mejores prácticas internacionales.
Entonces, vale la pena repensar si queremos un ICE o una ISA. Yo definitivamente soy de la opinión que ya es hora.
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Articulo original de CRhoy