T radicionalmente se pensó que el crecimiento económico de los países estaba fuertemente vinculado con la dotación de recursos naturales y humanos. La evidencia empírica ha demostrado que tal relación no se ajusta a la realidad. Países desarrollados hoy como Japón y Suiza cuentan con reducidos recursos naturales, mientras que países con grandes extensiones de tierra y otros recursos en África y América Latina permanecen en niveles de subdesarrollo o aun en vías de desarrollo. En cuanto al recurso humano, se ha encontrado que lo determinante no es su volumen sino su productividad, esto es, su capacidad de producción por unidad de capital. Un factor determinante es la educación, concebido como un proceso acumulativo a través del tiempo. Estados Unidos reconoce que la pérdida de productividad que ha tenido su economía obedece en gran medida a deficiencias en su sistema educativo.
Siendo un proceso acumulativo, el desarrollo educativo de una población debe atenderse desde tempranas edades, toda vez que el tiempo perdido no se recupera. Estudios científicos han demostrado que los retornos de la educación en el nivel preescolar son muy altos, comparados con los retornos de la educación secundaria y universitaria, como para que valga la pena dedicar recursos suficientes a la educación en los primeros años de la infancia. Así lo comprendieron en su momento aquellos países que hoy lideran los resultados en las pruebas PISA (Finlandia, Taiwán, Singapur, Suiza), promovidas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Cuatro políticas han sido los puntales en muchos países para alcanzar tales posiciones: (i) simplificar regulaciones y alinear incentivos, (ii) incrementar la cantidad y calidad de la educación preescolar, fortaleciendo la conexión entre este nivel y la primaria y secundaria, (iii) adoptar incentivos de mercado para atraer a los maestros más calificados y (iv) adoptar reformas para dar mayor autonomía a las escuelas y mejorar los procesos de selección de docentes.
Costa Rica se sitúa en bajos niveles con respecto a las pruebas PISA, en las tres áreas evaluadas (lectura, matemáticas y ciencias), las brechas con respecto al promedio de los países de la OCDE se ampliaron en el transcurso del 2009 al 2015. En 2015 aquellos estudiantes que estaban en el sistema educativo a los 15 años tenían dos años de retraso en lectura y ciencias respecto a sus pares en la OCDE y de tres años en matemáticas. En las tres áreas evaluadas el porcentaje de estudiantes con un nivel de competencias menor al básico fue mayor en Costa Rica que en los países de la OCDE. En matemáticas, las pruebas revelaron que un 62 por ciento no pueden usar formulas básicas, procedimientos o reglas para resolver problemas. Está por verse los resultados en la aplicación de las pruebas del 2018.
Si se comparan los resultados obtenidos en las pruebas PISA con las políticas adoptadas en Costa Rica y en los países líderes en educación, se encuentran pocas similitudes. No existe un adecuado sistema de incentivos. Por el contrario, el sistema costarricense se caracteriza por un gran número de ajustes automáticos o pluses. No se aplican procedimientos adecuados para atraer a los maestros mejor clasificados, ni un esquema de evaluación para medir los resultados. Por otra parte, el sistema está centralizado en el Ministerio de Educación Pública y ha existido una distribución del presupuesto nacional para educación que no privilegia la educación preescolar sino lo contrario, en franca contradicción con los que recomiendan las mejores prácticas internacionales en la materia.
Acelerar la tasa de crecimiento de la producción nacional es uno de los grandes desafíos que enfrenta el país, por sus importantes implicaciones para la generación de empleos y recursos para la hacienda pública. Es claro que una mayor productividad asociada al trabajo no basta por si sola para alcanzar ese objetivo, pero es uno de los factores más importantes. En este contexto la educación desempeña un papel crítico, de manera que revisar las políticas adoptadas frente a la experiencia internacional es un ejercicio de política pública que vale la pena realizar.
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Articulo original de CRhoy