E n los ya viejos tiempos del bipartidismo, la alta participación electoral, las identidades políticas estables y las decisiones de voto que también lo eran, los resultados que estimaban (siempre en un momento dado) las encuestas serias tenían una merecida aura de certeza. Hoy son apenas un punto de referencia, importante y capaz de generar euforia o depresión, pero que debemos considerar desde la realidad más amplia que esos mismos instrumentos revelan y, en nuestro caso, la primera vuelta confirma: incertidumbre y consecuente fluidez.
Comienzo con un dato duro: solo el 59,35% votó, la peor cifra desde 1953, a pesar de que en la encuesta previa del CIEP-UCR el 75% definió como muy segura o probable su intención de hacerlo, un récord (hacia arriba) en dos décadas. La intención reportada para la segunda vuelta, en su más reciente estudio divulgado el 1.° de marzo, fue del 73%, casi idéntica a otra más actual del Idespo-UNA. Cuál será la diferencia, esta vez, entre esos dichos y los hechos es un primer gran factor de incertidumbre. Y lo complico con otro dato duro: un abstencionismo considerablemente mayor en el “resto del país” que en la región metropolitana.
Una gran variable adicional de fluidez son los indecisos: aproximadamente la quinta parte entre quienes declaran su intención de votar. Al 41% de ellos, revela el Idespo, no le gusta ningún candidato, 6,7 puntos porcentuales por encima de su medición previa.
Más aún: entre los votantes de la primera ronda encuestados por el CIEP, el 10,6% dijo haberse decidido el propio día de las elecciones y un 6,5% en la última semana. El Idespo reportó cifras mucho mayores: 22,9 y 21,2 respectivamente. Entonces había 25 candidatos; ahora, solo dos. Esto podría variar el proceso decisorio, pero no sabemos en qué sentido.
A los malpensados les digo que no menciono lo anterior para minimizar los 12 puntos de ventaja de Chaves, revelados por el Idespo y el CIEP. Allí están y constituyen un “hecho” virtual. Lo que planteo es que los factores de frialdad y fluidez son tantos y tan bien documentados que extrapolar linealmente al 3 de abril un dato de hoy resulta aventurado. Recordemos que en la mayoría de las encuestas más próximas a la primera ronda Figueres no pasaba del 19% y Chaves del 8%. El resultado de entonces lo sabemos. El del 3 de abril, no.
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Publicación original en La Nación (17/03/2022)