E n artículos anteriores se ha documentado sobre la significativa apreciación real que ha experimentado el colón durante la última década. De acuerdo con esos cálculos la apreciación promedio anual es de alrededor de 20%; cifra muy significativa y que sin duda tendría consecuencias indeseables para algunos sectores, a no ser que se compense por medio de un incremento en la productividad, o una reducción de costos. Diferentes estudios, sin embargo, demuestran que ello no ha sucedido; todo lo contrario. Incluso los distintos índices de competitividad, ambiente de negocios y calificaciones de riesgo más bien han continuado deteriorándose.
Durante el inicio de esta administración el tipo de cambio experimentó una importante volatilidad. En el segundo semestre del 2018 el colón observó una devaluación cercana al 10%, como resultado de las salidas de capital generadas por la desconfianza de los inversionistas acerca de la sostenibilidad del déficit fiscal. Con la aprobación de la ley de fortalecimiento de las finanzas públicas a fines de ese año, los capitales públicos y privados fueron retornando paulatinamente y nuevamente el colón volvió a apreciarse. Durante el 2019 la apreciación ascendió al 6% y ha tendido a acentuarse levemente en los primeros meses de este año. En la actualidad el ITCER es incluso inferior al prevaleciente a principios de este gobierno.
Si bien el índice de tipo de cambio multilateral (ITCER) refleja la significativa apreciación general que ha experimentado el colón, es probable que no capte la verdadera dimensión de esta preocupante situación. Los cálculos de este indicador pueden diferir en función principalmente de los ponderadores utilizados. Usualmente se toma en consideración el peso relativo del comercio existente entre diferentes países en un momento dado. Aun cuando estos ponderadores fueran actualizándose con el tiempo, podría no reflejar la verdadera competencia potencial entre naciones. Por esa razón, no es de extrañar que el ITCER no capte grandes devaluaciones de países con escaso comercio bilateral.
Para mejorar el cálculo del ITCER sería más apropiado incorporar como ponderadores el peso relativo de los países en el comercio mundial, o alguna otra medida del grado de competencia potencial entre ellos. Utilizar los niveles vigentes de comercio podría ser engañoso y no reflejaría la competencia existente en el mercado mundial, o incluso en nuestro mercado interno. Una fuerte devaluación de naciones con escaso comercio bilateral, no impactaría el ITCER de manera significativa, pero constituye una amenaza para toda la cadena de bienes y servicios comerciables internacionalmente. Es claro, por ejemplo, que las importaciones provenientes de esas naciones tendrían incentivos adicionales para ingresar al mercado local.
La integración económica mundial y las cadenas de valor, ahora venidas a menos, requieren disponer de cálculos actualizados y bajo distintos escenarios de la evolución de los tipos de cambio reales multilaterales. En nuestro país hace muchos años estos indicadores dejaron de actualizarse y no han tenido la preponderancia que merecen. Posiblemente se ha considerado poco relevante en vista del esquema cambiario vigente, determinado fundamentalmente por la oferta y demanda de divisas. Sin embargo, como este mercado presenta muchas distorsiones, entre otras, el alto endeudamiento externo público y el elevado capital privado de corto plazo, su riguroso seguimiento constituiría una valiosa guía y ayuda para la discusión nacional.
Para complementar el análisis se presentan algunos cálculos comparativos de tipos de cambio reales con otras naciones. Como se puede observar en el gráfico 1, las diferencias son casi espeluznantes. Tomando como punto de partida el 2006, la apreciación real de nuestra moneda en comparación con países como Brasil, Chile, Colombia y México son superiores al 50%; casi 70% en el caso de Brasil. Es prácticamente inimaginable como podría competir nuestra actividad productiva contra esas naciones con un tipo de cambio tan apreciado.
Aún más, durante este año, cuando la mayoría de monedas de países en desarrollo se han depreciado, la estabilidad de nuestro apreciado colón es incluso superior al de divisas de aceptación mundial como el euro, el yuan y la libra esterlina (gráfico 2).
¿Hasta cuándo podrá mantenerse esta preocupante situación?; ¿Podrá el país lograr un ajuste ordenado, sin sobresaltos, en el manejo del tipo de cambio? A juzgar por los estratosféricos niveles de endeudamiento externo que ha solicitado el gobierno para financiar el elevado déficit fiscal, este fenómeno podría incluso empeorarse transitoriamente si se lograran aprobar en su totalidad. Hemos caído en un peligroso círculo vicioso donde se requieren cada vez mayores montos de préstamos externos para financiar el desequilibrio fiscal y mantener el tipo de cambio y la inflación controlados. Las posibilidades de obtener financiamiento externo se tornan cada vez más complicadas. Mientras tanto los riesgos cambiarios y la sensibilidad de la deuda a devaluaciones se acrecientan día a día.
Comuníquese con el autor a través de zunigafn@racsa.co.crLas opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de la Academia de Centroamérica.
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