E l 11 de noviembre, la segunda plataforma de intercambio de “criptomonedas” más grande del mundo “FTX” se declaró en bancarrota. FTX debe más de 3 mil millones de dólares , y se sabe que la empresa no tenía registros financieros adecuados de sus operaciones y que se tomaban decisiones importantes vía chat y con emojis. Dada esta situación, creo que esta es una buena ocasión discutir un poco sobre lo que hemos aprendido sobre las criptomonedas en los últimos años.
En retrospectiva, es claro que las criptomonedas no son una inversión a prueba de inflación y tampoco sirven de reserva de valor en tiempos de incertidumbre. Más bien lo contrario ha ocurrido. Tan pronto los bancos centrales incrementaron tasas de interés para combatir la inflación, los precios de las criptomonedas se desplomaron. Bitcoin y Ethereum -dos de las más populares- han perdido 64% y 66% de sus respectivos valores en lo que va de este año, mientras que otras monedas como “Luna” perdieron todo su valor. Adicionalmente, esta debacle llevó a plataformas de intercambio de criptomonedas como Binance y Celsius a paralizar retiros para evitar que el precio de estas monedas no siguiera cayendo.
Sumado a su pésimo desempeño como inversión, también se sabe que es un mercado con muchos otros problemas. El problema más grande es su carácter especulativo y que a pesar de que se les llama monedas, la realidad es que se usan muy poco para realizar transacciones. El ejemplo más claro es El Salvador, país que ha hecho a Bitcoin moneda de curso legal. Donde el año pasado su gobierno destino 15% de su presupuesto de inversión a la compra de Bitcoins, e incluso ofreció $30 a cada persona que descargara la aplicación del gobierno para realizar transacciones. Desde entonces, El Salvador ha perdido más de 66 millones de dólares y el uso de Bitcoin en la economía es mínimo.
Esta situación no es de sorprender, y es algo muchos veníamos venir desde hace años. El problema fundamental de las criptomonedas es que el incentivo de poseerlas es no para usarlas en transacciones. Sino para acumularlas, esperar que su valor sea más alto y entonces venderlas, o pedir prestado contra su valor. Otra manera de ver porqué no hay incentivo para usar criptomonedas para transacciones es plantearse la siguiente pregunta: “¿qué puede hacer uno con una criptomoneda que no pueda hacer el dinero tradicional?”. Fuera de la realización de transacciones ilegales, no es muy clara cuál es la innovación que las criptomonedas ofrecen como monedas. De hecho, si son utilizadas nada más como una inversión especulativa y no para hacer transacciones, por definición, no son dinero.
Otra manera de decir esto, es que las criptomonedas no tienen fundamentos monetarios que las justifiquen. Además de su valor especulativo, como dinero no tienen razón de ser actualmente. Esta es la razón por la que fuera de El Salvador y la República Centroafricana, ningún banco central, entidad financiera internacional o gobierno han decidido adoptarlas o aceptarlas. Al contrario, lo que hay son preocupaciones sobre la naturaleza especulativa de la industria, la cual sólo contribuye a generar riesgo y volatilidad en los sistemas financieros. Preocupaciones que por cierto, se han materializado en el último año.
Estos problemas son más agravantes cuando se considera la desigualdad, falta de competencia y transparencia que caracteriza a la industria. En donde pocos actores tienen la capacidad de manipular los precios de las criptomonedas y poco se sabe de cómo opera el mercado realmente. Bitcoin es un ejemplo perfecto, en donde actualmente, 2.2% de las cuentas de Bitcoin poseen 93.5% de estas criptomonedas. Mientras que las múltiples bancarrotas de diferentes plataformas y monedas nos han mostrado la falta supervisión y mal manejo de fondos en la industria.
Ahora bien, las criptomonedas han llegado para quedarse. La tecnología que las genera tiene gran potencial y usos, y en un mundo cada vez más digital, hace mucho sentido que las personas emigren hacia mas medios de pagos digitales. Sin embargo, el mercado de criptomonedas ha demostrado hasta el momento que, sin regulación y transparencia, no es una industria en la que se debe de confiar actualmente.
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Las opiniones expresadas en esta publicación son del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de la Academia de Centroamérica, su Junta Directiva, ni sus asociados.
Publicación original en crhoy.com (05/12/2022)Complete the following form and join Central America Academy for information and regular updates.
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