L a buen noticia es que, según la Encuesta Nacional de Hogares, en Costa Rica hay unos 10.000 hogares pobres menos este año que el anterior, medido según si el ingreso que generan las familias alcanza para cubrir sus necesidades básicas.
Si se toman en cuenta otras dimensiones de la calidad de vida de las personas, y no solo el ingreso, tales como la calidad de la vivienda y el acceso a internet, la educación, la salud y la protección social (el llamado índice de pobreza multidimensional), la misma encuesta estima que la cantidad de hogares pobres se redujo a la mitad entre el 2015 y el 2023 (del 21,7 % al 12 %).
La mala noticia es que llevamos ya 30 años estancados en que aproximadamente uno de cada cinco hogares ticos se considera pobre por ingreso. Son cerca de 400.000 hogares que no tienen la capacidad de obtener suficientes ingresos para cubrir sus necesidades básicas. Y, considerando las otras dimensiones, aún quedan unos 200.000 hogares que viven en condiciones subóptimas.
Las características de los pobres siguen siendo las de siempre. Las carencias de quienes viven en zonas rurales son mayores, aunque la brecha respecto a los residentes en las áreas urbanas se redujo. Las viviendas de los pobres suelen estar en mal estado (pisos, techo y paredes), y en ocasiones viven hacinados.
Los hogares pobres están conformados por un mayor número de miembros (usualmente, más niños) y, en muchas ocasiones, a cargo de una jefa de hogar. Su capacidad de generar ingresos suele ser baja, ligado en parte a su poca formación de capital humano (baja escolaridad). De ahí que sean menos los miembros del hogar que trabajan, comparado con los no pobres. Además, si trabajan, generalmente lo hacen durante menos horas, en la informalidad, carentes de muchos de los derechos laborales, perciben menos del salario mínimo y no cuentan con seguro de salud.
A pesar de las buenas noticias, la tarea de reducir más la incidencia de la pobreza sigue vigente. Una parte tiene que ver con la creación de las condiciones adecuadas para que se den más oportunidades para que la gente consiga un buen trabajo, con el que obtengan suficiente ingreso para salir de su condición de pobre. Pero también se debe trabajar más en mejorar las otras dimensiones (educación, vivienda, salud y protección social) que impiden a más gente mejorar sus condiciones de vida.
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Publicación original en La Nación (20/10/2023)