D urante ya muchos años se viene debatiendo en el país la urgencia de una reforma fiscal integral para contener el abultado desbalance en las finanzas públicas, que no termina de concretarse. Un elemento común en las diversas propuestas que han planteado los partidos políticos a lo largo del tiempo es el énfasis que se pone en la parte tributaria, ya sea mediante alzas en el impuesto de ventas, la transformación del impuesto de ventas en un impuesto al valor agregado (IVA), modificaciones en el impuesto sobre la renta, entre otros. Contrariamente, son escasas o insuficientes las propuestas concretas y directas sobre el gasto y su eficiencia. No se trata solo de recortar el gasto público, sino también de evaluar la eficiencia con la cual se gasta. Este es un aspecto crítico, toda vez que la experiencia parece confirmar que el manejo eficiente del gasto tiene un mayor impacto sobre la pobreza y la distribución del ingreso que la política tributaria. De ahí la importancia de analizar los resultados obtenidos del gasto púbico. Al respecto, la experiencia en Costa Rica ha sido contradictoria.
El país cuenta con una extensa red de caminos y carreteras. Sin embargo, se ubica entre las posiciones más bajas a nivel mundial en cuanto a la calidad de esa red. La cobertura del servicio de electricidad es amplia. Sin embargo, hoy se debate hasta qué punto el costo de dicho servicio está restando competitividad a la producción nacional. El sistema educativo ha sido exitoso en cuanto a la cobertura de la población estudiantil en educación primaria, pero no tanto en educación secundaria y pre-escolar. Los resultados de las pruebas PISA para Costa Rica han sido insatisfactorios. El gasto social con respecto al producto interno bruto de Costa Rica es de los más altos de América Latina, e incluso ha aumentado en las últimas décadas. No obstante, los progresos alcanzados en cuanto a la reducción de la pobreza no son satisfactorios. Desde hace mucho tiempo una quinta parte de los hogares costarricenses permanece en situación de pobreza, con reducciones esporádicas no sostenibles. En salud la cobertura del seguro social es amplia, pero la calidad de los servicios en los centros de atención es una queja constante entre los ciudadanos (largas listas de espera).
Los ejemplos citados evidencian una falencia en el manejo del gasto: la eficiencia medida en términos de los resultados obtenidos. No ha existido en el país una gestión pública basada en resultados. El concepto de rendición de cuentas se ha reducido a informes contables sobre el uso de los recursos públicos. Si bien esa es una condición necesaria para una adecuada gestión pública, no es suficiente. Los esquemas actuales de administración pública no permiten realizar evaluaciones de impacto, es decir, cuantificar cual es el impacto, o resultados, de determinados proyectos o programas. No es posible que se continúen dedicando cuantiosos recursos a proyectos o programas sin saber que impacto tienen para el desarrollo económico y social del país. Las mejores prácticas internacionales de gestión pública existen desde hace décadas, y han sido debidamente probadas y documentadas. Sin embargo, Costa Rica aún no logra incorporarlas en la gestión pública. Existe en el fondo un tema de cultura. No es fácil insertar una cultura de resultados en el aparato público. Esto por cuanto exige un mayor esfuerzo a la Administración para sacarla de su zona de confort. Exige medir resultados, porque sin mediciones no se puede evaluar nada. Muchos países alrededor del mundo han logrado pasar de una cultura de informes contables a una cultura que mide impactos. Costa Rica también puede lograrlo, si se lo propone, como lo ha hecho Chile, México, Colombia, República Dominicana en América Latina. Esperemos que la próxima Administración asuma el desafío, e inserte una cultura de resultados en la ejecución de su programa de gobierno, con una proyección que vaya más allá de simplemente recortar el gasto sin las respectivas evaluaciones. El pago de impuestos representa un costo para el contribuyente, Pero su disposición a pagar sería mayor si el sacrificio incurrido es compensada con un gasto eficiente basado en resultados.
Articulo original de CRhoy