Cuando se fundó la Academia en 1969:
La población del país era de un millón setecientos mil habitantes.
El ingreso promedio anual por habitante, pasó de US$3.500 a US$10.000, es decir, prácticamente, tres veces más.
Una economía principalmente agrícola se ha transformado en una sociedad urbana.
Y un modelo de desarrollo basado en la sustitución de importaciones ha logrado abrirse al mundo de manera significativa. De hecho, hoy Costa Rica se distingue por una exitosa inserción en los flujos internacionales de comercio, de capitales y de personas.
Estas transformaciones han requerido adoptar decisiones difíciles y complejas. Las controversias han sido inevitables y numerosas. Las polémicas han sido contantes. La Academia ha estado presente en buena parte de ellas. Nuestra participación, a lo largo de los años, ha sido activa, abierta y permanente.
Durante estas cinco décadas nos hemos enfrentado a múltiples retos. Entre ellos valga recordar:
El cambio de modelo de sustitución de importaciones por otro basado en la libertad económica.
La profunda crisis económica y social de los años 1981-1982.
La creación de un sistema financiero privado.
La negociación de tratados de libre comercio.
Hoy, el país enfrenta nuevos desafíos. Dos de ellos exigen especial atención. De una parte, producir más y mejor gracias a la incorporación, tanto en el sector privado como en el público, de nuevos conocimientos y nuevas tecnologías. Se trata así de aumentar la productividad de la economía nacional.
Solo así será posible aumentar la producción del país de manera significativa y sostenida. De otra parte, debemos asegurar una mejor distribución del pastel. Solo así será posible hacer frente a las lacras nacionales –la pobreza, el desempleo, la informalidad–. Ahora bien, pretender diseñar una política pública para aumentar la producción nacional – sin prestar debida atención a su distribución–. O al revés, pretender diseñar una política pública para poner énfasis en la distribución, sin prestar debida atención al aumento de la producción, significa, ni más ni menos, dispararse a los pies. En efecto, no es posible avanzar en uno de estos dos ámbitos sin hacerlo simultáneamente en el otro. Producción y distribución están estrechamente interrelacionadas. En última instancia se trata de un mismo proceso.
Por eso el diseño de las políticas públicas debe, necesariamente, contemplar de manera simultánea, un mayor crecimiento y una mejor distribución. He ahí la cuadratura del círculo. Y el permanente quebradero de cabeza para los políticos.
La Academia incursiona ya en este tema. Ha iniciado una nueva serie de estudios sobre el tema de la productividad nacional. El primer fascículo acaba de salir del horno. En este tema se pondrá énfasis en el año 2020 y muy posible en los años venideros.
El segundo tema nacional al cual la Academia da especial atención se refiere al cambio climático.
El desafío para el país es enorme y al parecer apenas comenzamos a darnos por enterados. Todas las regiones del país, todos los sectores de la economía y toda la población –urbana y rural – se verán afectados. ¿Cuáles son las políticas públicas necesarias para hacer frente a este problema y cuáles para aprovechar también las nuevas oportunidades? Es sin duda, una tarea de primordial importancia para el país.
La Academia ya actúa en este ámbito. Se han llevado a cabo varios talleres en el sector financiero del país: el Banco Central, las entidades reguladoras y los intermediarios financieros. El propósito principal de estos talleres ha consistido en analizar cómo incluir el tema del cambio climático en el proceso de toma de decisiones de las diferentes entidades financieras.
Para principios del año entrante se tiene programado un foro sobre este tema para un público meta más amplio.
La Academia dice así presente de nuevo. Nuestro compromiso es claro y sin ambages. Nuestras guías en el pasado – el análisis vigoroso, el afán por promover y defender la libertad, el apego a la tolerancia– se mantendrán firmes en el futuro. Sin descalificar y sin excluir persona u organización alguna. Siempre nos mantenemos dispuestos a aprender de nuestros errores. Nuestro derrotero esta bien señalado, sin dudas ni cortapisas.
Al llegar a este emblemático aniversario, se impone el deber de expresar nuestro agradecimiento a las numerosas personas, instituciones y empresas por su acompañamiento generoso y su apoyo permanente.
Agradecemos a nuestros asociados y de ellos, quienes han formado parte de nuestras juntas directivas. A los investigadores y expositores participantes en múltiples proyectos. A nuestros patrocinadores cuyas ayudas han hecho posible mantener nuestra capacidad operativa. A los medios de comunicación aliados, desde su independencia, con nuestra vocación divulgativa. A las entidades académicas interlocutores estimulantes. A quienes nos han planteado críticas bien sustentadas. Al personal técnico y administrativo cuyo apoyo ha sido indispensable para gestionar nuestro quehacer cotidiano y llevar la nave a buen puerto.
A todos de nuevo muchas gracias. Contamos con ustedes para los próximos cincuenta años. Gracias a tantos y tan relevantes aportes podemos mostrar nuestras huellas con satisfacción y así poder ver el futuro con entusiasmo y apego a los principios y valores de nuestra institución.
Comuníquese con la autora a través de elizano@academiaca.or.crPalabras del autor en el acto de conmemoración de los 50 años de la Academia de Centroamérica.
Articulo original de crhoy.com