H oy quisiera comentar sobre un problema no recibe la atención que merece: lo mucho que trabajamos los costarricenses para lo que logramos.
Según datos de la OCDE, somos el segundo país en el mundo en el que se trabajan más horas al año. En el gráfico 1 muestro el promedio histórico de horas trabajadas por trabajador al año para un conjunto de países. Estos datos ya descuentan los días de vacaciones de cada país. Para el 2017 un costarricense promedio trabajaba 2178.92 horas al año. Esto es 419.92 horas más que un habitante promedio de la OCDE, 822.92 más que un alemán, 664.92 más que un francés o 398.92 más que un estadounidense. O en términos de días adicionales, 17.49, 34.28, 27.7 y 16.62 respectivamente.
Por si fuera poco, desde 1987 el número de horas más bajo trabajado en Costa Rica fue de 2121. Este valor mínimo es aun así muy alto para cualquier país para los que se tienen datos. Para poner esto en perspectiva, un ciudadano de la OCDE en promedio nunca ha trabajado más de 1858.14 horas en un año. Y la última vez que un sueco o un francés promedio trabajó más de 2000 horas fue en 1952 y 1968 respectivamente.
En términos comparativos, no sólo se trabajan largas horas en Costa Rica, sino que lo que producimos por hora trabajada es poco como se muestra en el gráfico 2. Además, esto ha aumentado de manera muy modesta desde 1991. En 1991, por hora trabajada el país producía 10.3 dólares y actualmente produce 16.74. Mientras que el valor actual de la OCDE es 46.99, y para Suecia, Francia, Alemania e Irlanda el valor es de 56.90, 59.51, 60.43 y 87.97 respectivamente.
Si se juntan los gráficos 1 y 2, se obtiene el gráfico 3. En donde se ve la relación entre horas trabajadas en un año y el PIB por hora para todos los países y años para los que la OCDE produce datos. Los puntos rojos corresponden a los datos para Costa Rica, y la línea azul es la línea de mejor ajuste que muestra una correlación negativa en este caso.
La relación es clara: los países en donde se trabajan menos horas al año generan más dólares por hora que los países donde se trabajan más horas. Este es un resultado esperable, típicamente conforme un país se hace más productivo -por tener más capital, mejor tecnología, mayor eficiencia – se necesitan emplear menos horas de trabajo por persona para producir lo mismo que antes. Lo cual hace que las sociedades decidan trabajar menos horas o, en otros términos: con la mayor riqueza generada compran más tiempo libre.
Los datos son claros, trabajamos demasiado y producimos poco. Ahora bien, esto no es un tema sólo de los trabajadores del país. La discusión relevante no es sobre si los ticos deberían trabajar 8 o 10 horas al día, el tema es cómo tener una economía más productiva. Ya que es indiscutible que hay sociedades mucho más ricas que la nuestra que trabajan mucho menos y producen mucho más.
Ciertamente, aumentar la productividad de un país no es algo que se logre en el corto plazo. Pero ante los problemas actuales que enfrenta el país (déficit fiscal, alta pobreza, alta desigualdad, desconfianza en el poder judicial, entre otras), hay muchas oportunidades para crear reformas que hagan más productiva la economía.
Empero, estas reformas no sólo deben enfocarse en producir más. Los datos mostrados anteriormente son evidencia clara de que, una economía próspera no es una donde se trabaja mucho, sino una en donde lo que se produce se traduce en bienestar.
Estas discusiones son necesarias, pero no sólo con el fin de producir más. Sino también con el objetivo de tener una vida más plena, en donde una sociedad sea productiva y donde sus trabajadores tengan tiempo para pasarlo con sus familias, ir por una cerveza, dormir o nada más vaguear en paz. Porque la verdad es que no sólo de un salario vive la gente.
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Publicación original en crhoy.com (03/08/2018)