E l presidente, Rodrigo Chaves, afirmó, hace un par de semanas, que la política cambiaria de la anterior administración había dejado al Banco Central sin margen para intervenir el mercado. Un par de días después, en Davos, Suiza, durante las reuniones del Foro Económico Mundial, fue muy crítico de nuestra situación económica nacional.
Sus declaraciones se pueden interpretar como una crítica honesta y franca de los problemas que enfrenta el país, y que constituyen los retos que debe resolver la nueva administración, si quiere atraer más inversión extranjera.
Pero cuando el presidente manifiesta que la situación económica de su país está “deteriorada”, despierta grandes dudas en los mismos inversionistas cuyo objetivo es cautivar.
Curiosamente, en las dos semanas siguientes a sus declaraciones, el tipo de cambio se ha devaluado ¢15 y las reservas del Banco Central han caído más de $200 millones.
¿Casualidad o causalidad? No lo sabemos. Pero sí que han obligado al Banco Central a intervenir fuertemente en el mercado cambiario para apaciguar los nervios.
El presidente del Central ha debido salir al paso con declaraciones para calmar a los inversionistas. Dice que la volatilidad obedece, principalmente, a factores externos (precios de importación más altos) y estacionales.
Como dicen que no hay nada más nervioso que un billete de $100, no es de extrañar que, en vista de que el presidente pintó un panorama más pesimista que el que mucha gente tenía en mente, algunos inversionistas salieran huyendo con su dinero en busca de parajes más seguros. Hay indicadores que apuntan a que algo de eso sucedió en estas dos semanas.
Para hablar y comer pescado, por tanto, hay que tener mucho cuidado.
Las palabras del presidente de un país son escrutadas al máximo. Por eso, debería cambiar de chip. Ya no está en campaña. En lugar de seguir criticando tan duro a los gobiernos anteriores por la situación en que se encuentra el país, es momento de enfocar el discurso hacia lo bueno que viene.
Así lo hizo en Davos, después de la fuerte crítica. Su mensaje fue un claro cambio con respecto a las dos administraciones anteriores. Dijo a los inversionistas que en Costa Rica “estamos abiertos para negocios” y que “no habrá más burocracia, sino alfombra roja”. Eso es lo que necesitamos, una Costa Rica sin espinas.
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Publicación original en La Nación (03/06/2022)