A l empezar cada año, las personas tienden a plantear sus resoluciones de cambio. Pero en la mayoría de los casos se quedan en el decir. Son pocas las personas que operan cambios radicales en su forma de vivir para lograr resultados diferentes.
Lo mismo sucede en los países en el campo económico. Poco cambian los resultados año tras año, y, como pinta, el 2023 será igual. Un poco menos de inflación y desempleo, pero aún en niveles altos. Un poco mejor la situación fiscal, pero todavía dependiente del financiamiento externo. La producción y los ingresos apenas crecerán, o sea, se prevé un 2023 de nadadito de perro.
Si se quieren resultados diferentes, Costa Rica tendrá que hacer cambios en su estilo de vida. Lo que llaman cambios estructurales. ¿Como cuáles?
Preparar mucho mejor a las personas que no participan en el sector más dinámico de nuestra economía, que es el exportador. Sobre todo, en lo relacionado con alta tecnología, donde el país posee un enorme potencial para crecer mucho más. Para ello se requiere un mayor énfasis en nuestro sistema educativo a fin de incrementar las competencias en las áreas STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemática) y en el dominio del idioma inglés. Pero también dependerá de una política más activa en promoción de la innovación.
Además, para aumentar las oportunidades de empleo para jóvenes, mujeres y habitantes de zonas rurales, se necesitan programas que faciliten la incorporación al mercado laboral a corto plazo. Hay que mejorar los programas de capacitación del INA, de extensión del MAG y la red de cuidado infantil. También es fundamental mejorar carreteras, puertos y telecomunicaciones, para acercar a las personas a los lugares de generación de más empleos.
Se debe reformar el Estado, con énfasis en hacerlo más eficiente y eficaz, y orientarlo a la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos, y no de los diversos grupos de interés. Se debe avanzar en los planes de fusión de instituciones, eliminación de duplicidades y reducción de burocracia y tramitomanía. Se debe también cambiar el modelo de fijación de tarifas de servicio al público, para que no sea “a lo que cueste”.
Nada de lo mencionado es nuevo, pero al igual que con las resoluciones de año nuevo, Costa Rica requiere pasar de las promesas a las acciones, para no repetir más de lo mismo año tras año.
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Publicación original en la Nación (06/01/2023)