L a primera ronda electoral registró la tasa de participación más baja en la historia reciente, apenas el 60% del padrón, lo cual reafirma la tendencia decreciente de asistencia en los comicios nacionales.
La disminución se dio en todos los cantones, excepto en Dota, donde apenas aumentó en un 1%, mientras que en Santa Cruz, Hojancha, Río Cuarto y La Cruz, la reducción varió entre el 15 y el 19%, una fuerte caída con respecto al 2018.
Solo 3 de cada 5 personas acudieron a las urnas, pero con una amplia variación interna en los 82 cantones, con un mínimo de participación del 41% en La Cruz (Guanacaste) y un máximo del 76% en Zarcero (Alajuela).
Si bien la apatía, la indiferencia y el bajo sentido de representación política de un grupo grande de ciudadanos deben ser analizados por distintas disciplinas y con diferentes enfoques, un hecho evidente cada cuatro años es la menor participación en cantones “olvidados” por los gobiernos, entendiendo esto como el rezago en indicadores económicos, sociales, laborales y de desarrollo humano.
La relación entre la participación electoral con instrumentos de medición robustos a escala cantonal, tales como los índices de progreso social del Incae, de desarrollo humano del PNUD-UCR, de desarrollo social del Mideplán y el de competitividad nacional, es alta.
La correlación evidencia un 70% de asociación entre la asistencia a las urnas y estos índices, que, si bien no son predictores únicos o perfectos del abstencionismo, ayudan a analizar factores vinculados al fenómeno.
El más reciente índice es el de competitividad nacional (ICN), publicado en noviembre anterior por el Consejo de Promoción de la Competitividad. Fue desarrollado con el objetivo de mostrar de forma resumida la competitividad de cada territorio.
De acuerdo con los resultados, los 82 cantones se clasifican en cinco niveles de desempeño. La conexión entre estos niveles y la participación electoral es significativa, pues en los 34 cantones con rangos superiores de competitividad la participación electoral promedia un 66%.
En contraste, cantones con desempeño emergente (28), limitado (16) o deficiente (4) tienen promedios del 57, 52 y 48%, respectivamente.
Una particularidad de este tipo de índices es que analizan con mayor detalle las relaciones. El ICN se compone de seis pilares determinantes de la competitividad territorial, que son: instituciones, infraestructura, adopción de las tecnologías de información y comunicación, salud, habilidades y competencias y economía y mercados.
Por mucho, el pilar referido a habilidades y competencias muestra la mayor relación con la participación electoral: un mejor desempeño en indicadores educativos (por ejemplo, una mayor tasa de graduados universitarios en carreras de ciencias y tecnología o más escuelas que ofrecen el currículo completo) tiene una elevada asociación con la decisión colectiva de asistencia a las urnas.
El mecanismo mediante el cual esta asociación ocurre no depende de forma directa de un indicador en particular, sino de la interacción entre varios de estos. De ese modo, la provisión de servicios educativos de calidad y el acceso a ellos tiene una clara vinculación con las ideas de “cantones olvidados por los gobiernos”, o de territorios que no reciben los beneficios del progreso económico y social de la misma forma que otros, particularmente los concentrados en la región central.
Una muestra de lo anterior es que, de los 110 indicadores que componen el ICN, el que tuvo la mayor correlación con la participación electoral es la proporción de estudiantes con acceso a internet en los hogares, asunto que ha sido ampliamente discutido desde el comienzo de la pandemia y se ha vinculado con las desigualdades en el disfrute de servicios de telecomunicaciones, que acrecentaron la brecha entre quienes tienen al alcance recursos tecnológicos para continuar sus estudios durante los cierres de centros educativo y quienes no.
Está claro que la decisión individual de cumplir el deber cívico del sufragio depende de numerosos elementos no contemplados en este artículo, pero al analizar las grandes tendencias colectivas es posible visibilizar los factores que, a largo plazo, podrían promover una mayor participación electoral, dentro de los cuales, y como en muchos otros ámbitos, la calidad de la educación es un motor que impulsa el cambio de tendencia que se requiere.
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Publicación original en La Nación (11/02/2022)