L a Asamblea Legislativa empezó su trabajo con señales de madurez: un acuerdo bien orientado, pero nada específico, entre cuatro partidos opositores y un Directorio compartido con representante oficialista incluido, aunque en ambos sin el Frente Amplio. Además, discursos sensatos y expresiones de apertura al diálogo.
La integración del gabinete y presidencias ejecutivas, como era inevitable por el vacío partidista y debilidad política del presidente electo, ha sido diversa, tanto o más que la del gobierno que termina. Salvo un par de casos que me inquietan, su selección también demuestra sensatez: un esfuerzo por fichar, en corto tiempo y con opciones limitadas, buenos perfiles, incluidas personas competentes vinculadas a la actual administración y otros partidos.
A lo anterior añado las declaraciones de algunos nuevos jerarcas, sea para no apresurarse a decir qué harán sin conocer qué enfrentarán (Educación e Incofer, por ejemplo), o para modular promesas de campaña (Trabajo: pensiones de lujo; Planificación: empleo público). Y no identifico ninguna figura incendiaria, un alivio, dados ciertos arranques del discurso de Rodrigo Chaves candidato: “Convocar al soberano”, por ejemplo.
Cómo traducir estos elementos en acción política y gubernamental eficaz es el gran reto de arranque para Chaves presidente, y se puede segmentar en cuatro más específicos. El primero será definir un estilo de gestión estratégico y funcional; el segundo, unir los “puntos” que son sus colaboradores, para perfilar un verdadero equipo, algo complicado en cualquier gobierno, más aún si una mayoría de sus miembros ni siquiera se conocen; el tercero, que cada uno entienda rápidamente su territorio; el cuarto, estructurar una agenda legislativa articulada y aprovechar el control del Ejecutivo sobre ella hasta el 31 de julio.
Esto último será esencial para establecer su rumbo, aprovechar la apertura manifiesta de los diputados y potenciar la convergencia ideológico-programática entre muchas fracciones y la experiencia y capacidad negociadora de su presidente, Rodrigo Arias. Las malas sorpresas iniciales pueden ser muchas, entre ellas, el protagonismo excesivo de algunos diputados o un estilo autosuficiente y confrontativo de Chaves. “El diablo está en los detalles”, dice el refrán. Veremos cuáles serán.
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Publicación original en La Nación (06/05/2022)