S ufrimos un muy alto desempleo. El empleo informal es muy alto. El nivel de ocupación es además muy bajo. Las mujeres tienen una tasa de participación muy baja. Como con razón se ha venido informando, mujeres, jóvenes y personas con menor educación sufren mayor desempleo.
Ciertamente hemos recuperado en desempleo, pues la Encuesta Continua de Empleo (ECE) de mayo recién pasado nos indica que se ubica en 12%. Pero el 12,2% de febrero 2020 antes de los terribles efectos de la pandemia era inaceptablemente alto. Para darnos una idea de la magnitud de nuestro desempleo, en la grave crisis financiera de inicios de los ochenta el desempleo llegó al 10% (claro con una mayor proporción de población rural que sufrió menor desempleo); a finales de 2021 teníamos la tasa de desempleo más alta de América Latina; y al término del primer trimestre de este año éramos con Chile y Colombia los países que menos habíamos recuperado el nivel de ocupación de finales de 2019 (CEPAL y OIT Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe).
La situación es aún peor. Ha bajado la tasa de ocupación, menos personas en el mismo grupo de edad tiene trabajo. En efecto en mayo de este año hay 69.385 personas menos ocupadas que hace dos años y tres meses.
Esto se da porque ha disminuido en 4 puntos porcentuales la proporción de personas que tienen trabajo o buscan trabajo (la tasa de participación laboral), que cayó de 63,9% en febrero de 2020 a 59,9% el pasado mayo.
Si se hubiera mantenido la tasa de ocupación habría hoy día 204.328 personas más con empleo.
Además, el empleo informal que mayoritariamente representa empleo sin la protección de seguridad social y de las leyes laborales ha venido creciendo. Al inicio de la ECE en el III Trimestre de 2010 el porcentaje de empleo informal era de 40,2%. Ya para el I Trimestre de 2020 antes del efecto de la pandemia había subido a 47,1. Con la pandemia y la pérdida de empleo la informalidad fue más afectada y bajo a 39,8% en el II Trimestre de 2020. Para en mayo de este año había ascendido de nuevo a 44%.
La tasa de participación de las mujeres es muy baja y ha mermado su crecimiento. En 2003 era de 38,5% y para 2013 había ascendido a 50,8%, pero después disminuyó y apenas recuperó ese valor de diciembre de 2013 en diciembre de 2019 antes de la pandemia, cuando apenas volvimos a solo un 50,8% de las mujeres entre 15 y 64 años incorporadas a la fuerza laboral pagada (cifras del INEC). Esa tasa de participación de las mujeres costarricenses en 2019 es similar a la de América Latina y el Caribe a pesar de tener nosotros un ingreso por habitante significativamente mayor. Igual resultado se da si nos comparamos con países de ingresos medios altos. Con relación a OCDE nuestra tasa de participación laboral femenina es muy inferior. La última cifra disponible para el trimestre que termina en febrero de este año es de solo 48,1%, similar a las de hace 10 años.
Esta grave circunstancia social hace de la creación de empleo, y de buen empleo, de empleo formal con plena protección de la seguridad social y las leyes de trabajo, una de las herramientas más importantes de la justicia social, sino la más importante.
Abrir mercado para nuestras exportaciones es por ello una tarea encomiable. La Alianza del Pacífico nos amplía el mercado de sus miembros con mejor acceso al actual, y se trata de un mercado de 229.890.848 habitantes que representa aproximadamente un 40% del PIB de América Latina.
Por eso es una excelente noticia saber que se reinició la negociación para asociarnos a la Alianza del Pacífico. El gobierno del Presidente Rodrigo Chaves con sus Ministros Manuel Tovar y Arnoldo André revivió las gestiones que había iniciado la Administración de la Presidenta Laura Chinchilla para llegar a ser parte de ese grupo de integración económica constituido por México, Colombia, Perú y Chile, después de que los dos gobiernos que la siguieron habían abandonado ese proceso por razones ideológicas.
La Alianza del Pacífico surgió con la Declaración de Lima de 2011 en la que se establece que su intención es “alentar la integración regional, así como un mayor crecimiento, desarrollo y competitividad” de las economías de sus países, y “avanzar progresivamente hacia el objetivo de alcanzar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas”.
La Alianza del Pacífico es “un mecanismo latinoamericano innovador, flexible y visionario, con metas concretas, claras y coherentes”. Doce años después de su establecimiento es considerado uno de los procesos de integración más exitosos de América Latina, y cuenta con 55 naciones observadoras y 4 países que negocian para llegar a ser Estados Asociados.
Los productos que podríamos colocar en la Alianza del Pacífico son similares a los que exportamos hoy al Mercado Común Centroamericano (MCCA) y a países integrantes de esa Alianza con los que ya tenemos tratados de libre comercio. Estos productos son elaborados por nuestros sectores productivos del área comercial más tradicional, no por los regímenes especiales de comercio. Es en estas fábricas adonde se pueden colocar en empleos formales que atraen mujeres, jóvenes y personas con menor capacitación a trabajadores que no tienen hoy ocupación por las olas de empobrecimiento que hemos sufrido. Esto hace desde hace ya muchos años muy provechoso acceder a la Alianza del Pacífico.
También ser miembros de la Alianza reduce los riesgos que vivimos en nuestro apreciado MCCA. Desde hace dos años Panamá nos ha cerrado el ingreso a productos lácteos, cárnicos de res y de cerdo, fresa, piña, plátano, banano y tomate. Se argumentan causas fitosanitarias tan poco fundamentadas como las que Costa Rica usó como pretexto contra el aguacate mexicano. Es un conflicto que no se ha podido resolver por negociación bilateral y ya está en el sistema de solución de controversias de la Organización Mundial de Comercio. Y bien sabemos los riesgos de acceso a su mercado y de tránsito hacía el Triángulo Norte que representa el Gobierno de Ortega y Murillo.
Pero hay más. La Alianza del Pacífico es un área de libre comercio que busca “crear articulaciones de coproducción y acumulación de origen entre los países miembro para acceder a nuevos mercados”, lo cual representa una oportunidad para que Costa Rica se integre aún más en las cadenas regionales de valor. En especial y por las vinculaciones de sus actuales miembros plenos con las cadenas de producción integradas con Asia, esto nos permite acercarnos al Acuerdo Transpacífico TPP. Este acuerdo firmado en 2028 después del retiro de EEUU de su negociación por decisión del Presidente Trump, comprende a Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Singapur, Perú y Vietnam. Estos países cuentan con el 7% de la población del mundo (495 millones de habitantes) producen el 14% del PIB mundial, realizan el 15 del comercio internacional y reciben el 13% de la Inversión Directa Extranjera.
Acercarnos al TPP ampliaría las conexiones con las cadenas de producción asiáticas a las que ahora tenemos acceso por nuestros tratados de libre comercio con China y Singapur. Ello abriría nuevas oportunidades para todo tipo de empleos formales, tanto en bienes como en servicios, tanto con demanda de trabajadores muy capacitados, como para trabajadores con menos entrenamiento.
Es evidente que para generar buenas ocupaciones se requiere también de equilibrios macroeconómicos; de seguridad jurídica; de otras políticas de fomento de la generación de empleos formales como las reformas a la seguridad social y la modificación de la fuente de ingresos para lucha contra la pobreza; y de facilitar la empleabilidad de los jóvenes que ingresan a la fuerza laboral y de quienes están desempleados. Para esto último es urgente poner en marcha las reformas al INA; hacer más atractiva la enseñanza técnica por ejemplo acortándola en un año y dejando el año adicional para quienes quieran seguir estudios terciarios académicos; mejorar las relaciones entre la enseñanza técnica secundaria, de diplomados, académica y del INA; y generalizar la enseñanza dual.
Pero no por ser una de muchas acciones para generar buen empleo formal, la membresía en la Alianza del Pacífico deja de ser un muy importante avance para esa primordial tarea.
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Publicación original en CRHoy.com (14/07/2022)