E n diciembre del 2015, la décimo primera conferencia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21) culminó en París con un promisorio acuerdo. Su esencia: evitar, mediante compromisos nacionales destinados a reducir la emisión de gases con efecto invernadero, que el calentamiento global supere en 2 grados Celsius los niveles previos a la Revolución Industrial, e impulsar esfuerzos adicionales para bajar el umbral a 1,5°C.
Dispuso, además, revisar y actualizar esos objetivos cada cinco años, cosa que tocó a la COP26, celebrada en 2021 en Glasgow, Escocia (el retraso lo causó la pandemia). Ante la insuficiencia de las metas, su limitado cumplimiento y la acelerada crisis climática, allí se acordó adelantar la nueva ronda de promesas para la COP27. Se inaugurará dentro de nueve días en Sharm el Sheij, Egipto.
Ignoramos qué saldrá de ella, pero sí sabemos que apenas 26 de los 193 países que prometieron en Glasgow mayores esfuerzos climáticos han cumplido. Así lo revela un informe divulgado anteayer por el Programa de la ONU para el Medio Ambiente. El alarmante mensaje central de El calor está encendido (The heat is on), es que, incluso si todos los compromisos se cumplen, el incremento de temperaturas en relación con los niveles preindustriales será de entre 2,1 y 2,7°C al final de este siglo, y el límite de 1,5°C lo pasaremos en dos décadas.
Ante esta abrumadora realidad, la receta, tan repetida como ignorada, es obvia: los esfuerzos de mitigación deben acelerarse con urgencia, sobre todo, por el 20% de los países que generan el 80% de las emisiones, en particular; de lo contrario, muy pronto las consecuencias serán irreversibles y su catastrófico impacto se multiplicará inercialmente.
Sin embargo, la tendencia es otra. La reducción de emisiones causada por la pandemia se ha recuperado a niveles similares al 2019 (año récord); las metas de los países comprometidos con la “carbono neutralidad” son vagas; y el shock energético de la invasión rusa a Ucrania ha retrasado en lo inmediato la transición verde de muchos. Mientras, los efectos del calentamiento —huracanes, inundaciones, sequías, temperaturas récord— crecen y su freno es cada vez más difícil.
La alarma sigue sonando, cada vez con más fuerza. ¿Habrá una reacción consecuente en la COP27?
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Publicación original en La Nación (27/10/2022)