E l martes pasado, nuestro nuevo presidente nos instó a que “Fieles a nuestra historia, ¡volvamos a ser excepcionales!”. Siguiendo esta idea de excepcionalidad, es relevante discutir un mecanismo fundamental para alcanzar esto: la educación de nuestro país.
Una de las ideas más difundidas después de la abolición del ejército, es que nuestro presupuesto militar se dedicó a gasto en educación y salud. De acá nació el país del “ejército de maestros y estudiantes”. Esta frase distó de ser sólo retórica política, en efecto se dieron cambios excepcionales en la educación de nuestro país. Para ilustrar esto, en el cuadro 1 muestro la cantidad total de estudiantes, escuelas y docentes de primaria en algunos años seleccionados.
En tan solo 7 años -entre 1946 y 1953- , la matrícula en escuelas, el número de escuelas y el número de docentes aumentaron en 63,3%, 56% y 21,2% respectivamente. Estos avances se mantuvieron y reforzaron en el tiempo. En los siguientes 20 años, la matrícula se triplicó y el número de escuelas y de docentes aumentaron en más del doble. Además de esta mejora en indicadores educativos, el gobierno asumió un compromiso fuerte con la educación, cuando en 1946, el gasto en educación representaba un 15.86% del gasto total del gobierno, mientras que para 1953, 1963 y 1973 representó 14.59%, 22.78% y 31.43% respectivamente.
Los réditos educativos de esta inversión fueron notables. En el gráfico 1 muestro el porcentaje de la población entre 25 y 65 años según el nivel educativo alcanzado.
Mientras en 1979 sólo la mitad de la población había concluido primaria, para el 2017 fue un 86,4% de la población. Además, el porcentaje de la población con primaria incompleta cayó de 49.41% en 1979 a un 13.51% en 2017. Esto es notable, sin embargo, para el 2017, menos del 40% de la fuerza laboral había terminado el colegio. Un valor que prácticamente se ha mantenido constante en los últimos diez años.
Esto es algo muy alarmante, porque está relacionado y es reflejo de otros problemas estructurales que el país no ha resuelto. El más preocupante es el alto nivel de desempleo actual, el cual fue producto de la crisis financiera internacional del 2009 y que todavía el país no ha resuelto. Si bien es cierto toda la economía fue afectada, en el gráfico 2 muestro como el aumento del desempleo en el 2009 y su persistencia en el tiempo se deben especialmente al desempleo del 20% de las personas más pobres de Costa Rica (primer quintil de ingreso).
Sólo para el primer y segundo quintil de ingreso no se han alcanzado niveles de desempleo a los que existían antes de la crisis. Es decir, el problema de desempleo de estos grupos de personas persiste casi una década después. Donde en los últimos 8 años, 1 de cada 5 de las personas más pobres de este país estaba desempleada.
Ello también contribuye con que la pobreza se mantenga en niveles arriba del 20% de la población y que la desigualdad de ingreso del país aumentara y se mantenga en niveles muy altos.
Esta situación es muy preocupante, pues revela que esta es una economía que no ha generado empleos para un grupo particular de la población. Desde hace más de 20 años, Costa Rica ha apostado por una estrategia de desarrollo basada en la apertura comercial, la creación de alto valor agregado y la atracción de alta tecnología. Todo esto requiere de una fuerza laboral calificada y que tenga las habilidades necesarias para tomar los empleos y oportunidades generadas en la economía. Lamentablemente, los datos muestran una realidad que dista de ser la ideal para esta visión de desarrollo. Para el 2017, un 61% de los desempleados de este país no tenían secundaria completa. Asimismo, el 75% de los desempleados del primer quintil no tenían secundaria completa.
Entonces, muchos de nuestros problemas más difíciles de resolver y persistentes tienen que ver con la educación de nuestro país. En el pasado mostramos ser un país comprometido con ella, y por décadas nos disfrutamos de la fuerte y efectiva inversión realizada. Si en algo debemos volver a ser excepcionales, es en esto.
Envíe sus dudas o comentarios a alejoag2@gmail.com
Las opiniones expresadas en esta publicación son del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de la Academia de Centroamérica, su Junta Directiva, ni sus asociados.
Publicación original en crhoy.com (23/05/2018)